¿Puede existir un feminismo de derecha?
Huérfana de ideas, carente de un proyecto de país, derrotada por décadas de mal gobierno, sumida en la falta de autoridad moral para encabezar una lucha nacional que signifique una superioridad ética, la derecha mexicana anda en la búsqueda de causas detrás de las que pueda refugiarse para obtener alguna plusvalía política que le ayude a enfrentar al gobierno actual.
Uno de los movimientos que la derecha mexicana ha tratado de instrumentar es el movimiento feminista.
Así, ha buscado posicionarse como feminista abiertamente y ha tratado de aventar al movimiento en contra del gobierno federal. Sin embargo, está muy difícil que esa identificación derecha-feminismo pueda lograrse, pues la causa de la igualdad es imposible que sea llevada a buen puerto por los beneficiarios de la desigualdad.
Las vías por las que se ha tratado de instrumentar al movimiento feminista desde la derecha son varias.
En su viraje discursivo, numerosas mujeres del mundo conservador y de las élites económicas se han autodefinido abiertamente como feministas.
También han tratado de localizar la esencia del sistema patriarcal en el gobierno.
Y, al mismo tiempo, han impulsado y acompañado la violencia como supuesta lucha feminista.
Pero la contradicción salta una y otra vez.
Quienes nunca formaron parte de la lucha feminista aparecen en algunas marchas para gritar consignas no a favor de las mujeres sino contra el gobierno.
Quienes aplaudieron la estrategia de la guerra contra el narco que desencadenó el empoderamiento de grupos criminales que hicieron de la violencia hacia las mujeres un símbolo y una práctica del más despiadado machismo, hoy se pronuncian contra la violencia hacia las mujeres.
Quienes votaron en contra de que se admitiera la posibilidad de violación entre cónyuges, ahora se declaran feministas.
Quienes llevaron a la cárcel a mujeres que rechazaban tener al hijo de un violador, ahora se dicen feministas.
Quienes votaron en contra de que las mujeres pudieran casarse al día siguiente de haberse divorciado, hoy se afirman feministas.
Quienes se opusieron a que se reconociera en el momento del divorcio el valor económico del trabajo en el hogar, hoy se declaran a los cuatro vientos como feministas.