Un comunicado impertinente

Por Gustavo de Hoyos Walther

“En un momento crítico del régimen, en el que está siendo fuertemente cuestionado por hechos de corrupción en su círculo familiar y por trascendidos que evidencian la existencia de tráfico de influencias en funcionarios cercanísimos a su oficina, el Presidente decide minimizar la gravedad del fenómeno de violencia contra periodistas”:

Han transcurrido más de 10 días desde que el Presidente López Obrador respondió al llamamiento del Parlamento Europeo que expresó su preocupación por el clima de violencia contra periodistas en México, usando lenguaje y calificativos insólitos en la tradición diplomática mexicana.

Apoyado en la claridad que aporta la mediatez en el análisis, estoy ahora cierto que esa fue una respuesta dirigida a su base de seguidores y no al órgano representativo popular de la Unión Europea.

De haber querido enviar una respuesta formal, el Presidente de México sin duda se habría servido del consejo y los recursos de la Secretaría de Relaciones Exteriores. No lo hizo.

Por ejemplo, podrían haberle advertido al Jefe de Estado, que su afirmación en el sentido de que el Parlamento Europeo no se había pronunciado por sucesos ocurridos en México en pasadas administraciones era falso. Le habrían clarificado que el Parlamento europeo cuestionó con gran firmeza a los gobiernos mexicanos, por la desaparición de estudiantes de Ayotzinapa, la matanza de Aguas Blancas y otros acontecimientos violentos de nuestro pasado próximo.

El Presidente López Obrador pasó por encima del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores,  porque la respuesta que quería enviar iba dirigida a sus seguidores, y por eso la redactó él mismo con el mal consejo de su Director de Comunicación Social.

De haber solicitado el consejo de los expertos en política exterior que por décadas se han formado en el Servicio Exterior Mexicano, es muy probable que le advirtieran que los eurodiputados son primordiales  por la revisión del acuerdo comercial que México tiene con la Unión Europea y que actualmente está en proceso de examen.

En un momento crítico del régimen, en el que está siendo fuertemente cuestionado por hechos de corrupción en su círculo familiar y por trascendidos que evidencian la existencia de tráfico de influencias en funcionarios cercanísimos a su oficina, el Presidente decide minimizar la gravedad del fenómeno de violencia contra periodistas.

El Presidente reacciona de forma desordenada al exhorto europeo, y quiere mostrarse como un mandatario que no se deja amedrentar por ningún actor doméstico o internacional.

El Presidente decidió pasar por alto estás consideraciones porque está de nuevo en campaña, ahora con motivo del proceso de Revocación de Mandato que se celebrará el 10 de abril próximo.

No le importó al Presidente que sus destempladas afirmaciones pudiesen afectar el comercio internacional de México, a las empresas que exportan y  a las decenas de miles de empleos que dependen de esa actividad. Lo que realmente quería era mostrar a sus seguidores que encaró a los diputados europeos y los llamó borregos, que según él descubrió sus verdaderas motivaciones, que no son otras que hacerle el juego a sus adversarios.

De acuerdo a la lógica presidencial, la mayoría de los periodistas y comunicadores domésticos están en su contra, lo mismo que los medios de comunicación más importantes a nivel mundial, y ahora el parlamento europeo y diversas áreas del Gobierno norteamericano.

En la paranoia política de su líder, todo el mundo está en contra y conspira contra la llamada Cuarta Transformación. Sería risible si esto no se tradujera en el acelerado deterioro de la imagen de México en el mundo. Los medios de comunicación y organismos internacionales se están dando cuenta de algo que los mexicanos hemos advertido como una tendencia creciente: En el Gobierno de México se advierten signos autoritarios.

Autoritario es el gesto de no reconocer la dimensión del asesinato de periodistas en México. Tan sólo cinco en este año. “cinco de cinco mil asesinados”, afirmó el Presidente tratando de minimizar un hecho gravísimo. La muerte de un periodista vale lo mismo que la de cualquier persona.

Sin embargo, cuando un periodista fallece, con él muere el derecho de una sociedad a ser informada. Ciertamente no es el Gobierno federal el que los está asesinando, como argumenta y se defiende el Presidente. Pero el Gobierno no está haciendo lo suficiente para protegerlos. La impunidad es del 98 por ciento.

Como si no bastará con lo anterior, el Presidente utiliza los espacios oficiales para calumniar y amenazar a los medios que lo critican, enrareciendo aún más el ambiente contra los periodistas y por lo tanto en contra de la libertad de expresión.

Con su respuesta antidiplomática y fuera de tono a los parlamentarios europeos, el Presidente López Obrador parece avanzar en una estrategia de distanciamiento de las democracias occidentales al mismo tiempo que, peligrosamente, busca un acercamiento con el bloque de naciones autoritarias: Cuba, Nicaragua, Venezuela, Rusia. Con el pretexto del respeto a la soberanía y de la no injerencia en los asuntos nacionales, el Gobierno actual va cerrando los conductos democráticos.

En México el comunicado de respuesta del Presidente primero causó sorpresa, por la pésima redacción, incluso entre sus seguidores, que pensaron que era falso por lo burdo. Repuestos de la sorpresa inicial, los incondicionales del Presidente comenzaron a justificar lo injustificable. Legisladores primero y luego los gobernadores de Morena comenzaron a aplaudir “el gesto valiente” del Presidente.

Pero los balidos para celebrarlo no deben de distraernos de lo esencial. El Gobierno no está protegiendo a los periodistas.

El Gobierno no está castigando a los culpables de asesinar a periodistas. En cambio, el régimen alienta un clima de linchamiento y amenaza en contra de los periodistas. Y la violencia asociada, va en aumento. Esto, más allá del lenguaje y las maneras folklóricas del Presidente, es lo que debemos atender ya.

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