Lecturas de aniversario
El nuevo formato, aplicado en la Reapertura y la Feria de Aniversario por TauroPlaza México, ofreciendo corridas de toros alternadas con novilladas y eventos de convivencia con el aficionado ha sido un éxito.
La rancia costumbre que tenemos los taurinos de hacer las cosas de una manera porque así se hicieron en 1917 (por decir), nos llevó a vivir en un micromundo que por soberbia, vanidad, ceguera o lo que usted decida, se quedó postrado a un lado de la evolución de una sociedad que se informa de una manera distinta, que procesa la información con mayor cuidado y que cuenta con una vasta oferta de entretenimiento que en tiempos pasados no existía.
Una corrida de toros es el espectáculo más auténtico que existe, hay un guion (los tercios de la lidia), protagonistas (no actores) que son toro y torero, todo sucede en tiempo real, la vida y la muerte danzan en la creación del arte. Esta fuerza no se ha perdido, al contrario, continúa la evolución del toro, su belleza física, su poder y la máxima expresión de la bravura que es embestir con los pitones rozando la arena, ralentizado el paso, ritmo en las cuatro patas, siguiendo la muleta de un hombre encajado en la arena, entregado el cuerpo al servicio del alma, fusión de valor, miedo, sentimiento y vida.
Las emociones que se pueden vivir en una plaza de toros no han cambiado, simplemente por décadas no fuimos capaces de ofrecerlas claramente al público.
Orejas cortadas y triunfos aparte, la Feria de Aniversario arroja lecturas y datos a tomarse en cuenta para futuras propuestas y decisiones. Primera lectura, el público manda. Al aficionado se le relegó en otros tiempos, se le ofrecía lo que el sistema consideraba lo que tenía que ser, o más bien lo que obedecía a intereses de unos cuantos. El parón obligado por la pandemia sacudió conciencias y deberes.
El público ha puesto el ejemplo del ser y del deber ser taurino. Entradones, incluso, en novilladas. 5 y 6 de febrero, con el aliciente del “Juli” y Roca Rey, fueron tardes intensas con bueno y malo, pero intensas. Digo aliciente como la cereza del pastel, pero donde realmente está la base es en las ganas del público de ver toros y sentir a los mexicanos en la plaza. No me cansaré de insistir, es momento de mexicanizar la Fiesta, no en el sentido proteccionista, sino todo lo contrario, ponerlos a competir, que generen dinero para que lo ganen mucho, cortijos y fincas, a cambio de jugarse la vida. Lo mismo para los ganaderos, las miles de horas de estudio, sacrificio e ilusión que se vean recompensadas con vueltas al ruedo en plazas abarrotadas. Estamos ante la oportunidad única de escribir una época de oro de la Fiesta en México. El público, insisto, lo ha dejado claro, como ejemplo el lleno en León con “El Payo”, Silveti y Luis David, ¡que cortaron 9 orejas y dos rabos!, a un bravo encierro de Villa Carmela. La gran entrada el domingo pasado, más de 11 mil personas para ver al rejoneador Paco Velásquez, Arturo Macías, Fermín Rivera y Diego Sánchez.
Hubo tropiezos, claro, entradas que no fueron las esperadas, sin embargo grandes cosas sucedieron en el ruedo. Sábado 29 de enero, así como 12 y 13 de febrero son para el análisis y dieron otra lección, esta vez al aficionado: “hay que ir a todas, uno no sabe cuál será la tarde inolvidable”.
Diego Sánchez ha cortado tres orejas en dos tardes en la Plaza México. Le cortó dos a “Cacho” de Rancho Seco, el toro más bravo de la Feria de Aniversario. El domingo pasado triunfó de nuevo con el único lote de Barralva que dio posibilidades. Se suma Diego Sánchez y es obligado tomarlo en cuenta, ponerlo a torear y competir. Juventud, arte, temple y capacidad.
Deseo enormemente que las empresas de todo el país tengan esta misma lectura, yo lo veo muy claro, pero no es solamente un tema de las empresas. La prensa y todos los estamentos taurinos debemos sumarnos a impulsar este momento irrepetible quizá en mucho tiempo.