La quinta transformación
Excusas hay muchas: me dejaron un cochinero, se me atravesó el COVID, me frenaron mis adversarios, el abierto rencor de los medios y hasta la invasión rusa a Ucrania. Lo cierto es que la cuarta transformación quedó muy por debajo de sus expectativas. Quiero decir que fracasó.
Aumentaron los pobres. Creció la inseguridad. Perseveró la corrupción. Estancó la economía. Militarizó al país. Degradó la educación al entregársela a un sindicato radical. Destrozó la imagen de México en el extranjero. Pero sobre todo, permitió la muerte de más de 650 mil mexicanos por COVID, la mayor cifra de muertes desde la Revolución. Un fracaso redondo desde donde se le mire.
Setenta años no bastaron a los mexicanos para convencernos de la huella de corrupción que deja el PRI a su paso, por lo que le dimos una nueva oportunidad con Peña Nieto, que sirvió –eso espero– para demostrarnos de una vez por todas de qué están hechos. El PAN decepcionó como gobierno, imitó al PRI corporativo y clientelar, y en vez de combatir la corrupción se adaptaron a ella. Llegó el turno de la izquierda en 2018. Se dirá que la mitad del sexenio es muy pronto para juzgarlos, pero no. Su gobierno ha cometido errores irreversibles que costaron ya cientos de miles de vidas. Su acoso a la libertad de expresión no va a cesar, aumentará porque no hay quien le ponga límites.
Si la cuarta transformación sería más que ninguna otra cosa la erradicación de la corrupción, el fracaso ha sido mayúsculo. Las mediciones internacionales lo señalan, bajamos en las tablas en vez de subir. Ya vimos a los hermanos del presidente, a su hijo mayor, a su prima y a su cuñada en actos de corrupción. Ya vimos a Elena Poniatowska llevándole a Palacio ofrecimientos multimillonarios. Ya vimos que a su gabinete le gusta comprarse casas, muchas casas, en México y en el extranjero. Sabemos que les gustan los autos deportivos, el fiscal general de la República tiene más de un centenar. A la que era la encargada de vigilar la función pública y combatir la corrupción le encontraron media docena de propiedades. El pleito entre el exabogado de la nación, el fiscal general y la exsecretaria de Gobernación nos ha permitido ver que la corrupción está instalada en todas las instancias del Palacio Nacional, en todas, porque según ha dicho López Obrador, en México no pasa nada sin que se entere el presidente.
Los mexicanos ya sabemos que Morena es un movimiento corrupto. Como el PRI, el PAN, el Verde, Movimiento Ciudadano, el PRD y el PT estalinista. Una de las pocas cosas de la que podíamos estar orgullosos los mexicanos era de haber desterrado el fraude y construido un aparato electoral de primer mundo. En medio de mil dificultades edificamos un sistema confiable, mismo que garantizó la victoria del mayor candidato opositor a la presidencia. Ahora Morena en el poder intenta acabar con ese sistema, siguiendo la lógica de quemar la escalera que lo llevó al poder para que nadie más la use. Morena no sólo ha demostrado ser tan corrupto como los otros partidos (tanto que renunciaron a elegir candidatos, para que no haya trampa, y los eligen por encuestas), sino que ahora pretende poner bajo control del gobierno lo que es un organismo autónomo. En pocas palabras, terminar con la democracia mexicana.
El ímpetu de gran transformación se agotó. Un movimiento que debería haber durado décadas ha envejecido demasiado pronto. Sin su líder, se desfonda. Y su líder no es eterno.
Se propusieron cambiar de raíz a los mexicanos y no lo lograron. Se están enriqueciendo y aún les faltan tres años. La guerra intestina los está carcomiendo. Los cubanos están listos para brindar ayuda: ya fue la secretaria general de Morena y pronto la seguirá el presidente. Crónica de un desastre anunciado.
El vacío de Morena no lo llenará la oposición. Los dirigentes del PRI y el PAN se ven presidenciables, lo que demuestra su bajísimo nivel. Mientras Movimiento Ciudadano analiza ofrecerle la candidatura a un morenista tránsfuga. El panorama luce desolador.
“El deterioro no tiene límites”, escribió Mario Vargas Llosa en La historia de Mayta. Estamos mal, podemos estar peor. El populismo de López Obrador es un populismo moderado, los hay mucho peores.
López Obrador bajó todo lo que pudo el nivel de la política mexicana, gracias a él ya se permiten los insultos y los apodos, la burla del enemigo que se cae de la silla. Rebajó al máximo el nivel del discurso.
Llegará la quinta transformación. La conducirá una mujer o un hombre joven, de clara filiación religiosa, con talante de predicador, y por su boca saldrá fuego, el ardor del resentido, del violento latente, la terrible virulencia del que abomina la política y sus usos. Vendrá la quinta, el pasto está seco, varios de los más listos se le rendirán muy pronto. Vendrá la quinta, política, fe y narcotráfico. Vendrá la quinta.