Los espías rusos y la pataleta soberanista

La invasión a Ucrania parece remota, pero ya tiene repercusiones en México. La más notoria hasta ahora ha sido el impacto inflacionario, en particular el aumento del precio del combustible. Este aumento fue la gota que derramó el vaso del gremio de transportistas, quienes también denuncian, desde hace meses, extorsiones por parte de elementos de la Guardia Nacional, y que el pasado martes paralizaron el tráfico en varias de las principales autopistas del país.

Más allá del inevitable impacto económico, ahora también preocupa que, por falta de prudencia y tacto político, la guerra termine por deteriorar nuestra relación con Estados Unidos. La semana pasada hubo un innecesario agravio de la Cámara de Diputados. Un grupo de legisladores de Morena, del PT y del PRI, tuvo la ocurrencia de establecer un grupo de amistad con Rusia, y de invitar a San Lázaro al embajador de dicho país. En el contexto de la invasión rusa a Ucrania, que ya ocasionó la mayor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, este ‘cordial’ gesto de los diputados fue una clara provocación a Estados Unidos y a todas las naciones que buscan actualmente aislar a Rusia (además, por supuesto, de un insulto al pueblo ucraniano).

El extrañamiento del embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, no se hizo esperar. Un día después de la visita del embajador ruso, Salazar también estuvo en la Cámara de Diputados, y afirmó que “tenemos que estar en solidaridad con Ucrania y unidos contra Rusia”. Sin embargo, la reacción más llamativa vino del general Glen VanHerck, quien encabeza el Comando Norte del Departamento de Defensa de Estados Unidos. VanHerck destacó durante una comparecencia ante el Senado de Estados Unidos que la agencia de espionaje militar de Rusia (GRU) tiene desplegados en México más agentes que en ningún otro país del mundo.

El general VanHerck es dado a exagerar. Hace un año causó algo de revuelo al afirmar, sin sustento, que entre el 30 y el 35 por ciento del territorio mexicano lo constituyen zonas sin gobierno. No obstante, su señalamiento sobre la presencia rusa en México no debería tomarse a la ligera. México es un lugar natural para que operen agentes de inteligencia y redes de espionaje rusos. Por un lado, somos uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos. Aquí tienen negocios, residencias vacacionales e intereses de todo tipo una gran cantidad de ciudadanos estadounidenses. Aquí también hay presencia, como en pocos países del mundo, de funcionarios del gobierno estadpunidense (incluyendo, hay que decirlo, un buen número de elementos de agencias de inteligencia).

Por otro lado, aquí los rusos pueden hacer lo que resulta sumamente difícil al norte de la frontera: ingresar legalmente al país y operar sin que ninguna autoridad los moleste. El descontrol en el ingreso a México, que ya desde antes había prendido alertas en la frontera norte por el alto número de rusos que intentan ingresar de manera irregular a Estados Unidos por Tijuana y otros cruces fronterizos, es el factor clave que explica la preocupación de VanHerck. Es probable que las autoridades estadounidenses intenten presionar en el futuro próximo sobre ese factor.

Ante las declaraciones de Salazar y de VanHerck, AMLO tuvo la oportunidad para deslindarse de la ‘amistad’ con Rusia, y de manifestar solidaridad con Ucrania, y con nuestros verdaderos socios y aliados en Occidente. En lugar de hacerlo, optó por una pataleta soberanista: en una extraña evasiva se limitó a decir que México “no es colonia de Rusia, ni de China, ni de Estados Unidos”. Una declaración ambigua que, en lugar de fijar la postura que hace falta, intenta quedar bien con todos y termina por no convencer a nadie.

Ojalá que más allá de la nota folclórica de Palacio Nacional, el Centro Nacional de Inteligencia, la Cancillería y el Instituto Nacional de Migración tomen en serio la preocupante declaración de VanHerck. Sospecho que si no lo hacen, Washington pronto podría empezar a filtrar información más detallada sobre las andanzas de los agentes de inteligencia rusos que operan en México. Por cierto, sobre el tema de la presencia y la influencia rusa en nuestro país, una primera pregunta que merece respuesta es cómo se operó y se negoció la conformación del insólito grupo de amistad en la Cámara de Diputados.

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