Camino al andar

Por Violeta Vázquez-Rojas Maldonado

“El ejercicio de este domingo me recuerda exactamente eso: un sendero que debimos recorrer para saber dónde debemos ajustar los marcos legales, de modo que sean la práctica y la experiencia las que marquen el sentido de la ley y no la ley la que restrinja ‘a priori’ el uso que hagamos de este derecho recién conquistado”.

Escribo estas líneas en la víspera de que contemos con los resultados de la consulta de Revocación de Mandato. Para el momento en que me lean o escuchen, ustedes ya sabrán mucho más de lo que yo sé ahora. Sin embargo, me voy a atrever a proponer tres puntos de atención en los que podremos situar el análisis de los resultados de este domingo.

1.- Las lecturas. Sea cual sea el resultado de la votación, lo que viene a continuación es una guerra sobre sus posibles lecturas: unos dirán que los votos fueron pocos y otros dirán que fueron muchos. Qué cuenta como “poco” o como “mucho” depende de un parámetro de comparación, y es bien sabido que el obradorismo y la oposición piensan bajo parámetros muy diferentes. Los opositores al Presidente pondrán un umbral de éxito alto, y considerarán que cualquier cantidad de votantes que no rebase el mínimo vinculatorio será muestra de que la consulta de Revocación fue un fracaso. Su otro estándar de comparación será la votación de 2018 y dirán que cualquier resultado favorable para el Presidente que no alcance los 30 millones de votantes que tuvo en ese año es una muestra de su debilitamiento. Los simpatizantes del Presidente, por otro lado, que son los más numerosos partidarios de la consulta, tomarán distintos estándares de comparación para estimar su éxito relativo.

Para algunos, la consulta de Revocación será exitosa si se alcanza una participación mayor a la de la consulta popular de 2021, es decir, si convoca a votar a más de siete millones de personas. Para otros, este umbral es muy bajo y sólo considerarán exitosa la consulta si rebasa, por lo menos, el número de firmas que se enviaron para solicitarla, es decir, más de 11 millones. Es casi seguro que habrá mayor participación en esta consulta que en la del 1 de agosto de 2021, y esto ha de leerse en retrospectiva: si es así, la consulta sobre el juicio a expresidentes no fue un fracaso, como quisieron hacernos creer en ese momento. De haber sido un fracaso, la gente estaría desencantada del primer ejercicio formal de democracia participativa y ese desencanto le bastaría para ya no querer ser parte de este otro. Pero al parecer, por diferentes razones, la consulta de Revocación de Mandato genera más entusiasmo de lo que en su momento propició la primera Consulta Popular. Hay que recordar que el número de casillas instaladas en ambas consultas es apenas la tercera parte de las de una elección regular, y la información respecto a la ubicación de las mesas receptoras y respecto a la existencia misma de esta jornada electoral, en comparación con las elecciones regulares, es escasa. Por estas razones, no haríamos bien en comparar los resultados de los dos ejercicios de democracia participativa que hemos tenido con los de las elecciones federales sexenales o intermedias.

2-.La fuerza y el desgaste. La politóloga Blanca Heredia dijo en La Hora de Opinar que la votación de este domingo es un examen para los gobernadores de Morena, pues será inevitable estimar quiénes hicieron el esfuerzo de incentivar la votación en sus estados y quiénes no. Esto, a su vez, revela, por decirlo de algún modo, con qué apoyo operativo real cuenta el Presidente para lo que resta de su sexenio. No olvidemos que el martes comienza la discusión en las cámaras para la aprobación de la Ley de la Industria Eléctrica. La votación en el Legislativo, y posteriormente en los congresos de los estados, también funcionará como indicador del apoyo real con el que cuentan el Presidente y su proyecto. Si la ley se aprueba (lo que parece muy probable), el proyecto gobernante fortalecerá sus bríos de cara a las otras dos reformas que están en puerta (la reforma política y la de la Guardia Nacional) y, por qué no decirlo, de cara a las elecciones del 2024, para las que todavía queda camino que recorrer. En suma, esta semana que comienza es una vuelta de tuerca, no en el sentido de que vaya a ocurrir algo inesperado, sino en el de que el proyecto gobernante “apretará” su apoyo tanto popular como legislativo.

Otra reflexión inevitable en el ambiente post-consulta será el papel que jugó el INE y el consecuente desgaste que presentará ante la opinión pública. Podemos enlistar varias fuentes de esta creciente desconfianza, desde las airadas exigencias del Consejero presidente para obtener mayor presupuesto, los amagues ante el Tribunal Electoral y la Suprema Corte, los fallidos intentos de comunicación por parte del instituto mediante la animación de un chile chipotle enojado que regañaba a la gente por “haberse creído” una campaña en su contra, la participación activa del consejero Murayama en foros que desincentivaban la participación en la consulta que el propio instituto tenía el encargo de organizar, hasta las sanciones y la fiscalización furiosa sobre servidores públicos que, interpretando una ley cambiante y confusa, un día tenían permitido llamar a la participación en la consulta y otro día estaban obligados a guardar silencio. Merecen un estudio aparte las decisiones que tomó este instituto en relación con un proceso histórico -por ser el primero en su tipo- y las consecuencias que eso tendrá para la aprobación de una reforma política que reconozca que el INE, con ese diseño, ese nivel de gasto y esa calidad de consejeros no está preparado ni adaptado para las demandas democráticas del momento presente.

3.- La ley. Por último, creo que la mayoría de nuestros sinsabores en este periodo pre-electoral han derivado de una Ley Federal de Revocación de Mandato mal hecha y mal implementada.  Sea cual sea el resultado, algo en lo que habrá consenso será la necesidad de reformar esos preceptos. En qué sentido, todavía tendrá que discutirse. Deberá considerarse seriamente la posibilidad de que, en sexenios posteriores, la Revocación de Mandato sea un ejercicio fijo para el que no sea necesario recolectar millones de firmas que avalen la solicitud. También será necesario acotar las funciones del INE -que con toda seguridad en posteriores ejercicios no será el INE de ahora- y ampliar las facultades de las organizaciones de la sociedad civil y los partidos políticos en la promoción de la consulta y en la campaña a favor o en contra de la revocación del Presidente o Presidenta en turno. Será necesario, también, considerar que la campaña en contra de la consulta de Revocación, como la que han emprendido en esta ocasión las fuerzas opositoras, con apoyo de los propios consejeros de la entidad organizadora, debe considerarse una campaña política, y ser sujeta por lo tanto a los mismos criterios de fiscalización que las campañas a favor o en contra de la Revocación. El derecho a la revocación, después de 23 años de movilización social, ha sido finalmente ganado, y ahora tenemos, gracias al ejercicio que culminó este domingo, la oportunidad de perfeccionarlo.

Me perdonarán las lectoras y lectores que no recuerde de dónde salió la siguiente anécdota. Pero cuentan que en alguna escuela el director mandó poner césped sobre un área donde la gente cruzaba para llegar de un edificio a otro. Después de hacer su trabajo, los jardineros le preguntaron al director dónde colocarían las huellas de piedra para que la gente al caminar no maltratara el pasto recién puesto. El director les contestó que por lo pronto no las pusieran, sino que dejaran que la gente caminara libremente sobre el césped. Al cabo de un rato, el recorrido espontáneo de las personas marcaría la senda donde deberían colocarse las huellas de piedra, y no al revés. El ejercicio de este domingo me recuerda exactamente eso: un sendero que debimos recorrer para saber dónde debemos ajustar los marcos legales, de modo que sean la práctica y la experiencia las que marquen el sentido de la ley y no la ley la que restrinja a priori el uso que hagamos de este derecho recién conquistado.

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