Enseñanzas y alertas rojas de la consulta
Por Francisco Ortiz Pinchetti
Mi conclusión es que, con su abstención, la ciudadanía mandó un claro mensaje al gobernante que buscaba una ratificación multitudinaria
Nos equivocamos quienes pensábamos que la consulta para la revocación del mandato no iba a servir para nada. Aunque efectivamente el despilfarro atroz de mil 600 millones de pesos que implicó su realización no tiene ninguna utilidad legal debido a la escasa participación ciudadana, el llamado “ejercicio de democracia participativa” dejó enseñanzas y mostró realidades de nuestra actualidad política, algunas verdaderamente peligrosas, graves: hizo evidente que el Presidente y su partido-gobierno están dispuestos a pasar por encima de la ley para conservar el poder.
La mentada consulta mostró antes que nada el significativo desdén del electorado hacia una convocatoria absurda y tramposamente manipulada para hacerla aparecer como una manera de ratificación y respaldo al huésped distinguido de Palacio Nacional. Apenas 18 de cada 100 mexicanos anotados en la lista nominal de electores acudió a las urnas. Cada voto costó a la Nación 102.55 pesos, esto es, cuatro veces más que en 2018 cuando fue el costo por voto fue de 18.55 pesos. Con la diferencia además de que hace cuatro años se eligió a un Presidente de la República y a los integrantes de ambas cámaras del Congreso de la Unión, mientras que esta vez no tuvo ningún resultado legal.
Evidenció también una debacle electoral del mandatario más votado de la historia. Apenas obtuvo esta vez el tabasqueño 15 millones de sufragios a su favor, la mitad de los que obtuvo como candidato a la Presidencia en 2018.
Los resultados denotan asimismo las maniobras llevadas a cabo por los gobernadores de Morena en sus estados para cumplir la “cuota” de votos que les fue fijada desde Palacio Nacional. Aunque ni con el uso de recursos públicos y acarreos se cumplieron los objetivos fijados, las cifras muestran que fueron esas entidades donde se registraron mayores índices de votación y más alta aprobación para el mandatario.
En Ciudad de México, el ejercicio dejó al descubierto que no solamente no logró Morena recuperar el terreno electoral perdido en 2021, cuando la oposición ganó nueve de las 16 alcaldías capitalinas, sino que su votación cayó de 1.8 millones de votos a 1.5 y por supuesto se concentró (más del 50 por ciento) en las alcaldías que gobierna.
Confirmó también esta consulta la solidez, la autonomía y la eficacia del Instituto Nacional Electoral como institución. A pesar del recorte presupuestal que se le impuso y de las constantes agresiones y amenazas que sus consejeros ciudadanos recibieron por parte del propio Presidente de la República, sus funcionarios, sus legisladores y su partido, realizó un trabajo impecable de organización y dio resultados confiables que nadie impugnó ni cuestionó.
Tan es así, que contrariamente a lo que se suponía y que el propio Presidente había de hecho anunciado, no emprendió una nueva ofensiva contra el INE luego de la consulta. Tampoco habló ya de una reforma electoral para “aniquilar” al órgano electoral autónomo. Hasta ahora se ha quedado callado como momia.
Mi conclusión es que, con su abstención, la ciudadanía mandó un claro mensaje al gobernante que buscaba una ratificación multitudinaria y que encontró una respuesta que evidentemente no le gustó.
Lo verdaderamente grave de esta experiencia es que constituyó un ensayo fraudulento con vistas a la elección presidencial de 2024. Los morenistas y sus aliados, encabezados por el mismo Presidente, recurrieron abiertamente a prácticas que suponíamos del pasado y desacataron las reiteradas advertencias de la autoridad electoral. Ni el PRI en sus peores épocas.
Está publicado y documentado: Funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno, entre ellos el secretario de Gobernación y el jefe de la Guardia Nacional, usaron recursos públicos para fines proselitistas, hicieron llamados públicos a través de declaraciones, eventos y desplegados a votar en favor de la ratificación, coaccionaron el voto utilizando los programas sociales, en particular del de la pensión para adultos mayores; acarrearon sin recato votantes.
Demostraron, en fin, que están dispuestos a todo con tal de conservar el poder al cuando menos otros seis años. A cualquier precio.
Y se llegó a la burla y a la provocación abierta, como fue la actitud de Claudia Sheinbaum Pardo al presidir un mitin de apoyo a su patrón siendo jefa de Gobierno de Ciudad de México. O como la de Mario Delgado, presidente nacional de Morena, que él mismo difundió en las redes su fotografía con una combi en la que acarreaba personalmente votantes.
Antes y durante la jornada fueron presentadas por partidos y ciudadanos 283 quejas ante el INE. Hay incluso denuncias penales en la Fiscalía Especializada de Delitos Electorales (Fepade) que deben desahogarse. Los responsables de cometer delitos deben pagar, inclusive con la cárcel. La autoridad electoral está obligada a aplicar sanciones. La impunidad puede costar muy cara al país. Válgame.