Pobreza en México
Por Ariel Pérez
El Estado mexicano ha asumido, por medio de sus leyes, el compromiso de garantizar el pleno ejercicio de los derechos sociales y, de esta forma, asegurar el acceso de toda la población al desarrollo social.
En este contexto, el reflejo más crudo e inaceptable de los rezagos sociales es la pobreza. Aun cuando en las últimas décadas se han registrado progresos en diversas dimensiones del desarrollo social, los desafíos prevalecientes en materia de superación de la pobreza obligan a reforzar y complementar las políticas y los programas sociales, a fin de consolidar los logros alcanzados.
En el último estudio realizado por el CONEVAL en el 2020, 43.9% de la población en México está en situación de pobreza (55.7 millones de personas), lo que representa un incremento de dos puntos porcentuales en comparación con 2018 (41.9%), equivalente a 3.8 millones de personas adicionales.
Por otra parte, la erradicación de la pobreza ha sido establecida como una prioridad para muchos países y organismos internacionales; por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promovidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establecen reducir, al menos a la mitad, la proporción de población que vive en pobreza: Meta 1.2 “Para 2030, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.
El tema de la pobreza es especialmente susceptible de discusión y debate, dada la gran variedad de aristas desde las cuales puede ser abordado. Durante algunos años, la dimensión tradicional de la pobreza, basada en la utilización del ingreso como una aproximación del bienestar económico, constituyó una herramienta sumamente útil para el diagnóstico de las necesidades de vida de la población mexicana.
No obstante, la perspectiva unidimensional de medición resulta insuficiente para captar la amplia gama de necesidades que las personas son susceptibles de experimentar en la vida diaria. La visión multidimensional nos brinda la perspectiva completa de los parámetros a considerar en una estructura globalizada y que repercute directamente.
La búsqueda de recursos para la sobrevivencia no se restringe a la generación de ingresos económicos, sino que involucra acciones de muy diverso tipo relacionadas con temas vitales; por ejemplo, la consecución de una vivienda digna, el acceso a los servicios públicos ligado a la vivienda (agua potable, electricidad, drenaje), la dotación de infraestructura comunitaria, la provisión de servicios educativos, la búsqueda de acceso a las instituciones responsables de la salud, a las fuentes de empleo, al crédito, etcétera.
El análisis de los gobiernos se debe concentrar en estudiar y explicar los procesos concretos de actuación de los poderes públicos para generar propuestas de solución a problemas sociales; esto, es lo que hace que el análisis ponga énfasis en su futura aplicabilidad para hacer eficaces las prácticas gubernamentales.
De modo que, ante el contexto que enfrenta nuestro país, es necesario un equilibrio entre el análisis político y la propia reflexión metodológica y epistemológica. Por lo tanto, la evaluación establece sus fundamentos para ser más confiable si parte de un esquema integral que consista en evaluar lo que se ha hecho y analizar soluciones para los siguientes años respecto al diseño, gestión, implementación y evaluación de la agenda pública, más allá del mero discurso de “Primero los Pobres”.