Los cuidados y las escuelas

El cierre de las escuelas de tiempo completo ha estado en el centro del debate público la última semana. En días pasados, Ana Luisa Ramírez, mi compañera regidora en el ayuntamiento de Zapopan, hizo una publicación acerca de la eliminación de las escuelas de tiempo completo, la cual transcribo textualmente:

“¿Qué van a hacer las mujeres que dependían de las escuelas de tiempo completo para poder hacer sus actividades laborales? ¿Por qué dejarlas solas en la labor de cuidados? ¿Qué alternativa hay para ellas? Urge una respuesta desde el gobierno federal y el gobierno de Jalisco”.

Estos cuestionamientos de Ana Luisa me han llevado a hacer una reflexión sobre el tema, misma que sintetizo en este artículo.

Cuando hablamos de escuelas de tiempo completo, no solo hablamos de un tema de educación, sino también de cómo nuestro país entiende la labor de cuidados. Hoy en todo el mundo existe un debate al respecto y, en el marco del 8 de marzo, es importante que reflexionemos qué políticas estamos llevando a cabo para el reconocimiento de esta labor como una que debe ser compartida por toda la sociedad, y no sólo delegada a las mujeres, como hoy ocurre.

Los cuidados son las actividades que llevamos a cabo para asistir a aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas, como es el caso de las personas de la tercera edad, las personas enfermas, las niñas y niños, etcétera. Históricamente esta labor ha sido llevada a cabo por las mujeres, lo cual ha limitado su libertad y ha reducido sus tiempos y posibilidades para desarrollar sus potencialidades en las actividades laborales, culturales, científicas y políticas.

Al día de hoy, sabemos que las mujeres realizan dobles jornadas. Por un lado, cumplen con su horario laboral y, adicionalmente, realizan las tareas de cuidado, un segundo trabajo que, aunque implica tiempo y esfuerzo, no es remunerado y a veces ni siquiera es reconocido. La disparidad es muy visible cuando observamos los datos de la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo: en México el número de horas dedicado por las mujeres a trabajo no remunerado es tres veces mayor a lo que dedican los hombres.

Frente a esto, ¿qué papel debe jugar el Estado? La realidad es que hay mucho por hacer. El punto de partida es reconocer la labor de cuidados como un problema público que no permite que existan condiciones de igualdad entre mujeres y hombres. También resulta importante conferirle valor social y económico, pues de acuerdo con datos de 2020 del Inegi, las tareas del hogar y de cuidado ejecutadas por la población de 12 años o más tuvieron un valor que asciende a 6.4 billones de pesos, equivalente a 27.6 por ciento del PIB en México. En ese sentido, desde todos los niveles de gobierno –federal, estatal y municipal– se deben de tomar acciones para acompañar la labor de cuidados, a fin de que ésta, como ya dijimos, no represente un obstáculo para el pleno desarrollo y bienestar de las mujeres.

Las escuelas públicas de tiempo completo, al alargar la estancia de las y los alumnos en las escuelas y al hacerse cargo de su alimentación, permiten que las y los tutores puedan cubrir sus jornadas laborales. Es decir, el Estado ejerce un papel de protección sobre las infancias en términos de educación, cuidado y alimentación, que permite a sus tutoras y tutores llevar a cabo las actividades por medio de las cuales obtienen el sustento familiar (y dicho sea de paso contribuir al sostenimiento de las instituciones por medio de sus impuestos).

Por esto, las escuelas de tiempo completo no pueden ser vistas como una política de la que se pueda prescindir para generar ahorros al Presupuesto, como se ha argumentado su desaparición. La cancelación de las escuelas de tiempo completo tendrá un efecto terrible para muchas mujeres y sus familias que no ha sido dimensionado y frente al cual aún no existe una respuesta. Es vital que, frente a este escenario, los tres órdenes de gobierno generen alternativas, y no sólo esperar que la respuesta venga de la esfera federal. Frente al cierre de estos espacios, los gobiernos municipales y estatales pueden llevar a cabo estrategias como coordinarse con las escuelas para que las ofertas deportivas, culturales, de oficios y recreación puedan coincidir en los horarios que no se cumplirán con el cierre.

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