Invertir en nuestros policías

El abuso de policías a ciudadanos no es exclusivo de Estados Unidos, donde el movimiento Black Lives Matter ha resurgido con gran fuerza tras el asesinato de Floyd.

En México también padecemos de estos brutales asesinatos: Yahir López, de 28 años, murió en marzo en manos de la policía municipal de Tijuana. Alejandro Giovanni López Ramírez, de 30 años, murió en mayo a causa de golpes que le dieron policías municipales en Jalisco. Alexander Martínez Gómez, de 16 años, fue asesinado en junio en Acatlán, Oaxaca, por un disparo de la policía.

Virginia Gómez, madre de Alexander, exigiendo justicia para su hijo reclama: “¿¡Esta es la gente que nos cuida!?, ¿¡Esto es lo que queremos!?” Desgraciadamente, casos como éstos se dan por todo el país; sumados a los abusos e injusticias permanentes que sufren mujeres e indígenas de las fuerzas del ‘orden público’.

Muchos mexicanos nos hacemos las preguntas que se hace la mamá de Alexander. Las policías son la institución peor evaluada en todas las encuestas, la sociedad no confía en estos ‘servidores públicos’.

¿Cómo revertir esta situación? ¿Cuál es el papel que la policía debería tener? ¿Cuántas niñas y niños de México no sabrían definir si las policías son del bando de los buenos o de los malos?

Primero Hobbes y después Weber definieron el Estado como el organismo que tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza. La violencia, inherente a la condición humana, se encuentra en la misma concepción política del Estado y su funcionamiento. Para preservar la ‘paz’, garantizar la propiedad privada o ejercer la justicia, el Estado cuenta con la fuerza pública. Pero no todos los conflictos tienen la misma naturaleza, ni el mismo nivel de confrontación, ni mucho menos representan una amenaza para el Estado y la paz social. No es posible que tengamos un mismo tipo de policías para resolver disputas vecinales, atender problemas de salud mental, dirigir el tráfico vehicular o enfrentar al crimen organizado.

Necesitamos invertir en los tres órdenes de gobierno en construir, capacitar y desarrollar cuerpos de seguridad especializados, capaces de atender cada una de estas necesidades de una sociedad moderna, sin las brutalidades que hemos visto en las últimas semanas.

 

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