Jalisco: de la ciencia al mercado
En algunas columnas anteriores este espacio se ha dedicado a hablar de la economía del conocimiento, y por qué ideas nacionalistas y anacrónicas sobre el litio, el petróleo o la electricidad no van a representar ningún avance para la economía de México.
La carrilla entre guanatos (gua, de Guadalajara; y nato, nacido en) y chilangos es interminable. En algunos años, incluso fue violenta. Rivalidad entre clubes de futbol, música vernácula, comida típica, e incluso sexualidad. Yo considero superior el mariachi a la banda, la torta ahogada a la quesadilla sin queso, el Hospicio Cabañas al Cosmovitral, y Chapala a Valsequillo. Prefiero la poesía de Juan José Arreola que la de Pellicer. ¿Demasiado barbero con los de Jalisco? Está bien. Prefiero el caldo tlalpeño a la birria, y el mezcal por encima del tequila. Pero, reconozcámoslo, Jalisco es un México muy interesante. Muy tradicional, muy mexicano, pero también muy innovador y diferente.
Ayer 26 de abril fue día de la propiedad intelectual. En inversión extranjera y en mercados para la ciencia, compatriotas chilangos, los jalisciences ya nos ganaron. Jalisco es líder a nivel nacional en inversión extranjera directa. Causa o consecuencia, difícil saberlo, también Jalisco es líder a nivel nacional en solicitudes de patentes. En 2021, Jalisco presentó 227 solicitudes de patentes, el 20.3% del total nacional. La Ciudad de México quedó en segundo lugar, con 196, Nuevo León con 100 y Guanajuato con 94. En invenciones, Jalisco tiene el 2º lugar nacional, con 467 solicitudes. En las invenciones están comprendidas las patentes, los modelos de utilidad y los diseños industriales.
Mis artículos anteriores sobre economía del conocimiento recibieron mucho afecto (es un decir) por parte de entusiastas seguidores del gobierno actual. Alguien reclamó a El Financiero que cuidara quién escribe en sus páginas (refiriéndose a su columnista). ¡Cómo se le ocurre que vamos a hacer innovación con litio, si no protegemos el litio!
Taiwan, dice el premio Nobel de economía 2008 Paul Krugman, en alguna de sus columnas del New York Times, no tiene nada. Casi ni territorio. Es un atolón en el pacífico que lo único que tiene es gente inteligente y disciplinada para las ciencias.
Jalisco, guardadas proporciones, parece ser el Taiwan mexicano. Allá no hay petróleo, no hay litio, pero es cuarto lugar en el PIB nacional. Esto, al igual que en Taiwan, es producto del esfuerzo público-privado. Hace años, en IMCO, reportamos que el sistema técnico educativo estatal de ese Estado era uno de los pocos que tenía carreras técnicas especializadas para la industria automotriz. En febrero pasado, el gobierno estatal anunció, en el marco del día del inventor mexicano, un día de demostración (demo day) para dar a conocer a los 12 proyectos ganadores de la primera generación de un programa llamado “de la ciencia al mercado”. El gobierno estatal, el Tec de Monterrey y el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco concursó a equipos de científicos locales interesados en llevar sus invenciones y patentes al mercado.
El gobierno estatal tiene una Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología que, a diferencia del Conacyt, no le está buscando sesgos ideológicos a la ciencia; se dedica a apoyarla. Larisa Cruz Ornelas, hoy directora general de ciencia y desarrollo tecnológico, es una fuerza de la naturaleza, conocedora de su materia, e intrapreneur gubernamental del mercado jalisciense de innovación.
Hay cosas que aprender de Jalisco. Primera: las políticas locales importan. México no debe abandonar su federalismo. No toda la política pública tiene que dictarse desde la federación. Segunda: Un lugar que hace algunas décadas no destacaba mucho en términos de manufactura, ha avanzado significativamente en la economía del conocimiento. Otras regiones podrían lograrlo igual. Tercero: la inversión extranjera importa porque nos ubica en un círculo virtuoso de aprendizaje de mercado y mejoría tecnológica. Cuarta: el gobierno puede ser un gran facilitador de mercados para la innovación, pero ese tiene que ser un propósito explícito y con alta prioridad en la política pública. Quinta: la rivalidad entre regiones construida con base en preferencias deportivas o en qué tan sabrosa es la comida es absurda. Compitamos en encontrar nichos en la nueva economía que sean muy rentables para nuestra gente. Estado por estado, región por región, superaremos el atraso.