July fue torturada y violada para confesar un crimen a 300 km de distancia
Para apoyar y mantener a su familia, en 2020, July Raquel Flores trabajaba, entre otras cosas, como conductora de Uber, manejando un Honda City que rentaba por 2,200 pesos a la semana. Aunque ella no lo sabía entonces, ese vehículo sería el medio que hoy la tiene al filo de una condena de 60 años de prisión.
July es otro caso de “chivo expiatorio” en un sistema judicial plagado de irregularidades y fabricación de culpables. La mujer de 31 años y madre de dos niños es acusada de ser copartícipe del homicidio de María Guadalupe Martínez Aguilar, rectora de la Universidad de Valladolid de Xalapa, ocurrido el 29 de junio de 2020.
De nada han servido las múltiples pruebas en su defensa, ni la investigación de la CNDH, que acreditó que July fue golpeada, torturada y abusada sexualmente hasta el desmayo para hacerla ‘confesar’. Tampoco han sido escuchados los testimonios que refieren que el día del crimen, la acusada estaba a 300 kilómetros de distancia del lugar.
La Fiscalía de Veracruz asegura que la mujer manejaba el Honda City en que escaparon los asesinos de la rectora, en el fraccionamiento Bugambilias, Emiliano Zapata, de la capital veracruzana. Su prueba principal es un contrato de compra-venta del auto que se utilizó para cometer el homicidio de la rectora, el mismo que July Raquel utilizaba para trabajar.
El pero es que…
Su familia ha denunciado que se trata de un documento apócrifo, pues la firma es falsa.
No sólo Martín Flores, padre de July, me aseguró que la firma no coincide con la de su hija, sino que el mismo día del crimen, estuvieron juntos haciendo una chamba de jardinería en un kínder de Cuautitlán Izcalli, Edomex.
Y sus palabras no sólo son dichos, pues cuentan con pruebas fehacientes. Como el testimonio de la contratista, la copia del depósito que la dueña del kínder les hizo ese día por sus trabajos y la copia de los chats que July mantuvo ese día con ella.