A cada problema, una maroma

Por Enrique Campos Suárez

Pueden aumentar los malabares en la pista central de la 4T y abrir más frentes distractores o apostar por amplificar los que ya tienen abiertos, pero es un hecho que cada vez resulta más difícil para el régimen tratar de esconder la realidad de lo que sucede en este país.

Y más en fechas como esta, cuando se cumple un año de la tragedia en el Metro de la Ciudad de México.

Si algo no pudieron hacer con el derrumbe de una parte del tramo elevado de la Línea 12 de este sistema de transporte de la capital del país fue transferir la responsabilidad a los de antes, a los neoliberales y conservadores, porque los responsables del desastre del Metro viven bajo el ala protectora de Andrés Manuel López Obrador.

A un año de distancia se busca expiar la culpa penal en algunos ex funcionarios de los tiempos de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno, cuando se construyó esta línea del Metro.

Pero ni un solo responsable de los tiempos actuales de Claudia Sheinbaum, a pesar de las evidencias que muestran que había denuncias ciudadanas por las evidentes fallas de seguridad en el tramo que se vino abajo.

Y para cuidar a esas corcholatas, la apuesta distractora se redobla cada mañana y si para ello hace falta una contrarreforma electoral que evidentemente no tiene futuro legislativo, pero sí mucha discusión pública, pues se lanza.

Y si no alcanza, pues ahí está de nuevo el juego sucesorio adelantado por el propio Presidente para tratar de arrebatar la conversación de la opinión pública y no se distraiga en los problemas reales.

El Metro, sí en su trágico aniversario, pero también los feminicidios y su tasa creciente. El asesinato de un estudiante a manos de la Guardia Nacional, esa que el Presidente quiere dejar legalmente militarizada.

Y en la economía esa combinación de una muy alta inflación con nulo crecimiento económico, al menos durante el primer trimestre del año, que anticipa un escenario indeseable de estanflación.

El aumento constante de los precios ha afectado más a los productos básicos, lo que evidentemente genera más presión social que inevitablemente implica pedir cuentas al poder, aunque no sea responsable directo de las presiones inflacionarias actuales.

Al contrario, con la política de dejar a su suerte a los agentes económicos en la crisis se ha provocado una recuperación lenta de la economía, lo que impacta negativamente en la demanda.

Y la política de subsidios de combustibles es una forma muy cara de contribuir a que no se generen más presiones inflacionarias.

Pero el aumento en los precios enoja siempre a la sociedad, por eso mañana habrá otra puesta en escena de un pacto que servirá poco, pero tendrá ese despliegue mediático que gusta tanto a la 4T.

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