Rechaza la Cámara de Diputados la reforma eléctrica propuesta
Después de un intenso debate entre los legisladores, en los medios de comunicación y en la opinión pública, la Cámara de Diputados no aprobó la reforma eléctrica propuesta por el Poder Ejecutivo, que requería varias e importantes modificaciones a la Constitución de México. Estos debates y votaciones en el Poder Legislativo, que son muy frecuentes en la gran mayoría de las naciones democráticas, han provocado todo tipo de consideraciones aquí. No recuerdo que alguna vez el Congreso haya rechazado una propuesta de modificación constitucional enviada por el Presidente. Una razón visible es el elevado poder que este funcionario tiene en nuestro país; y otra no tan obvia es que este tipo de propuestas se negocian antes de ser enviadas al Congreso de manera oficial (lo que se llama coloquialmente que se ‘plancha’ con anterioridad), a fin de que se aprueben y no se debilite la imagen del Presidente. Es muy frecuente que, de no tenerse el suficiente apoyo, no se presenten al Congreso.
Bajo el aspecto técnico y financiero sorprende que esta propuesta se haya mandado para su aprobación al Congreso, incluso con la petición de que no se cambiara “ni una coma”, por sus elevados costos, entre los cuales se encuentran algunos de los siguientes: 1) Privilegia el uso de combustibles muy contaminantes, con su correspondiente costo para los sistemas de salud; 2) el costo de producción de la electricidad se elevaría entre un 30 y un 50 por ciento, lo cual tendría que ser absorbido por los consumidores y las empresas o por el gobierno. Esto haría que millones de empresas se volvieran poco competitivas en los mercados internacionales, con un elevado riesgo de que se vean obligadas a cerrar, elevando el desempleo y provocando un incremento en la economía informal; 3) en el caso de que el gobierno decidiera absorber el mayor costo de la generación de electricidad, tendría un impacto directo en sus finanzas, lo que incrementaría su déficit o tendría que reducir aún más los diferentes servicios públicos que proporciona, como son salud, seguridad pública, educación, impartición de justicia, etcétera; 4) se crearía un monopolio, que tendría poco incentivo para proporcionar un servicio económico y de calidad, con un elevado costo en la sociedad; 5) el gobierno mexicano tendría que enfrentar una gran cantidad de demandas en las cortes internacional por el incumplimiento de los acuerdos y tratados internacionales que ha firmado anteriormente; 6) la cancelación de contratos mandaría la señal a los inversionistas de que el gobierno mexicano no es serio ni cumple con sus compromisos legales, lo que desincentivaría inversiones en los siguientes años, no solo en el sector eléctrico, sino en toda la economía; 7) se calcula que si se hubiera aprobado esta propuesta el costo podría ser cercano a un punto y medio en menor crecimiento del PIB anual durante los siguientes años; 8) el aprobar esa reforma hubiera significado destruir el modelo de desarrollo de la economía de México de las pasadas décadas, sin tener un modelo alternativo, lo que podría haber ocasionado una grave crisis al país.
Con base en los anteriores puntos, parece que la propuesta reforma eléctrica tiene más incentivos políticos que técnicos o económicos. Hay destacados analistas políticos en este periódico y en el país que ven este tema bajo un criterio político.
Un aspecto que me llama mucho la atención de los distintos comentarios y discusiones no solo en este tema, sino en muchos otros más, es la diferencia del enfoque que se realiza en México en comparación a como se ve una situación parecida en el extranjero. Por ejemplo, en conferencias que doy en Estados Unidos o Europa es normal que me pidan que explique lo que veo en la actualidad y lo que espero suceda en el futuro; mientras que en México se espera que empiece por los antecedentes de la situación actual y dé al final los pronósticos del entorno. Tal parece que aquí es más importante el pasado para entender la actualidad, mientras que en el extranjero les preocupa más el futuro, por lo que el presente y pasado son solo información adicional.
Como me decía un colega, parece que en México se maneja la economía viendo a través del espejo retrovisor; sin embargo, el mundo ha cambiado tanto en las últimas décadas que ver el pasado para conocer el futuro no siempre es lo más útil. En las discusiones sobre esta reforma esto fue muy claro, ya que mientras unos hablaban de lo que sucedió en México hace varias décadas para justificar su voto, otro grupo hablaba de lo que pasaría en el futuro.
En estos momentos parece que en nuestro país existe una lucha entre avanzar a la modernidad, con elevados niveles de vida, volviéndonos una gran potencia o regresar a las crisis recurrentes, con bajo crecimiento e inversión escasa, desempleo elevado y un elevado porcentaje de la población viviendo con muy bajos niveles de vida.