El Dictators Tour

Por Julio Patán

Los que dudaban de la proyección internacional de nuestro Presidente, tendrán que callarse, con la cabeza gacha. En efecto, en ciertos contextos, nuestro AMLOVE se deja sentir incómodo, fuera de lugar. Los democratitas europeos, con sus trajes tipo Macron, o tipo gringo, con sus doctorados en universidades machuchonas, no se le dan. Es así como se estresa y termina por elogiar a Mussolini en la ONU, decir en el G-20 que las mujeres, que cuidan a los viejitos, son nuestra primerísima institución de seguridad social o llamando “presidente Kabala” a Kamala Harris. En cambio, el olor a cultivo de plátanos y autocracia lo revitaliza. ¿Se acuerdan de la reunión de la CELAC, cuando invitó a Maduro a grabarse mientras dizque manejaba un coche por el centro? ¿Qué tal la invitación a Miguel Díaz-Canel, que se dio un respiro en lo de encarcelar disidentes de 16 años para venir a la fiesta de El Grito? Ahí, entre hombres fuertes que hablan español, nuestro líder está a sus anchas.

Por eso es que ahora empieza el Dictators Tour. Hasta aquí, su única salida fue a Estados Unidos, que entonces tenía a cargo a una especie de dictador caribeño, pero WASP y racista: Trump. No estuvo mal: mucha compatibilidad, mucha simpatía mutua. Ahora tocan Guatemala, Honduras, Belice y, sobre todo, dos autocracias como Dios manda: El Salvador, con Nayib Bukele, y Cuba. ¡Ah, lo que se hablará en esas reuniones, en corto, sin que podamos enterarnos! “Fíjese qué injusto, Nayib. A usted le critican que fotografíe a los criminales con tiro de gracia para burlarse del cadáver en redes y a mí que libere a los narcos y les agradezca su buen comportamiento. No hay manera de quedar bien, ¿verdad?”.

“¿Qué necesitas, Miguel? Vacunas ya no tengo. Bueno, te las puedo mandar caducadas. ¿Qué más? ¿Un estadio de béisbol? ¿Comida? ¿Más ventiladores Ehécatl? ¿Le pido a Beatriz que les dé una capacitación en lectura en voz alta? De todas maneras casi no voy a estar en la casa. Tengo varias salidas a Nayarit.

“El pueblo cubano le agradece su solidaridad, Presidente. Lo de los ventiladores no es necesario. Con la respiración boca a boca nos arreglamos. Y sobre todo no moleste a su esposa, por favor”.

Sí: terminada su tarea en México, el Presidente puede cuajar su lugar en la historia mundial. Créanme: pronto vendrán visitas a Nicaragua (“A mi mujer le gusta cantar, comandante Ortega, ¿y a la suya? Reprimir”) y Venezuela (“¿Algún consejo para lidiar con la DEA, Nico?)”. Ese es su lugar en la posteridad, y lo sabe.

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