Justicia para el pueblo Wixárika
Por Rubén Martín
“Aunque ha enviado emisarios, López Obrador no tuvo la voluntad de abrir su agenda para atender a este pueblo originario que ha habitado la sierra de lo que ahora es el norte de Jalisco, desde hace siglos”.
La foto es triste, emotiva y esperanzadora. Todo a la vez. A la distancia de la plancha del Zócalo, se ve al profesor Óscar Hernández, presidente del comisariado de bienes comunales de la comunidad indígena wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán, Jalisco, tocar en solitario la puerta principal de Palacio Nacional. Viste su traje tradicional wixárika y porta la bandera de la comunidad. Del otro lado, nadie abre, nadie atiende. Es viernes 27 de mayo.
Esta foto coronó la llegada de la Caravana de la Dignidad y Conciencia Wixárika que partió el 25 de abril desde su comunidad en la sierra norte de Jalisco, en el municipio de Mezquitic; una caminata de más de 32 días en la que recorrieron 900 kilómetros para exigir que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, los reciba y cumpla su promesa de restituirles casi 11 mil hectáreas de sus tierras invadidas por ganaderos nayaritas.
Los constituyentes mexicanos decretaron que la justicia en el país sería gratuita y expedita, aspiración que casi nunca se corresponde con la realidad y mucho menos para los pueblos originarios de esta nación. Este es el caso de la etnia wixaritari cuyas comunidades han visto invadidos sus territorios desde hace décadas, más de un siglo en algunos casos, sin que la justicia llegue para estos pueblos.
Debido al retraso en la aplicación de la justicia, la comunidad wixárika de Tuxpan de Bolaños y San Sebastián Teponahuaxtlán, decidieron iniciar la caravana desde su comunidad hasta Palacio Nacional en la Ciudad de México. En una asamblea que celebraron los comuneros de Tuxpan y San Sebastián Teponahuaxtlán los días 4, 5 y 6 de marzo, acordaron emprender esta marcha a pie por más de 900 kilómetros para llegar a la sede del Poder Ejecutivo federal y exigirle al presidente que cumpla su palabra de lograr un acuerdo entre la comunidad wixárika y los ganaderos nayaritas.
En un comunicado, la autoridad comunal de San Sebastián Teponahuaxtlán recordó que antes de ser candidato presidencial, como dirigente del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), López Obrador visitó el ejido de Puente de Camotlán municipio de La Yesca, Nayarit, el 4 de mayo de 2017, donde los ganaderos mestizos de Huajimic le expusieron el conflicto por la tierra que mantienen con la comunidad indígena wixaritari y le pidieron mediar para resolverlo. Los mismos ganadores aceptan que ya perdieron en última instancia el juicio legal por restitución de tierras que interpuso la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán y ahora piden una indemnización por parte del Estado para devolver las tierras a la comunidad indígena.
López Obrador, como dirigente de Morena, se comprometió a intervenir y a respetar el resultado del juicio agrario, es decir, restituir las tierras a la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán. Pero ya pasó la mitad del sexenio y López Obrador no ha cumplido su palabra, recordó la asamblea comunal, razón por la cual decidieron emprender la caravana hasta la capital del país para exigirle al Presidente que cumpla. Los comuneros advirtieron que no quieren “emisarios” sino un diálogo directo con el Presidente López Obrador.
En ese comunicado de abril, la comunidad wixárika advirtió que sólo detendrían su caravana si es que el Presidente los encontraba en su caminar hacia la Ciudad de México. Cosa que no ocurrió. Aunque ha enviado emisarios, López Obrador no tuvo la voluntad de abrir su agenda para atender a este pueblo originario que ha habitado la sierra de lo que ahora es el norte de Jalisco, desde hace siglos. Si hubiera tenido voluntad y los encuentra en alguna parte de su recorrido a la Ciudad de México, el Presidente les habría ahorrado la difícil caminata que emprendieron más de 200 comuneros por 32 horas en marchas bajo altas temperaturas y durmiendo muchas veces a la intemperie.
Dado que el Presidente los ignoró, la caravana wixárika llegó a los límites de la Ciudad de México el pasado jueves 26 de mayo. Un día después llegaron al Zócalo de la Capital y tocaron, sin respuesta, la puerta principal de Palacio de Gobierno.
Pero como ya lo habían advertido desde que salieron el 25 de abril, si no eran atendidos durante la caravana, están decididos a quedarse en campamento en Palacio Nacional “hasta que nos reciba y nos resuelva. Nuestro sudor, cansancio y hambre será una ofrenda a nuestras deidades, que ellos son los que nos dan fortaleza para seguir luchando”, sostuvo el presidente de comunidad.
Las autoridades comunales de San Sebastián Teponahuaxtlán tienen décadas denunciando la invasión de sus tierras y han recorrido todas las ventanillas legales que ofrece el Estado mexicano para llegar a un acuerdo conforme a la ley: han presentado denuncias, han defendido su derecho en juicios civiles y agrarios que han durado décadas; se han manifestado; han marchado a Guadalajara; y han denunciado públicamente la invasión; los tribunales agrarios han fallado a su favor. Solo falta un punto: que el Estado mexicano les haga justicia. Es tiempo de la justicia para los comuneros de Tuxpan y San Sebastián Teponahuaxtlán. Es tiempo de justicia para las comunidades wixárikas.
Como dije al principio, la foto donde aparece la autoridad comunal tocando la puerta de Palacio Nacional, es triste y emotiva porque no encontró voluntad política para que el presidente hubiera abierto la puerta y escuchara los reclamos de las comunidades wixárikas. Pero es esperanzadora porque revela la tenaz resistencia que han mantenido en pie a estos pueblos originarios. Una resistencia que abre la esperanza para que la justicia por fin llegue para esta y todas las comunidades indígenas. Es tiempo de justicia para todos los pueblos originarios de este país.