La nueva moda: Armar una pistola desde tu sillón
Por Carlos A. Pérez Ricart
“¿Lo peor? Al no estar sus componentes ensamblados al momento de su venta, estas armas no califican legalmente en Estados Unidos como tales”.
La industria de las armas de fuego va tres pasos delante de nosotros. O cuatro.
La nueva moda es ensamblar tu pistola o rifle desde la comodidad de tu casa. El primer paso es ordenar un kit con las partes y herramientas necesarias. Puedes hacerse por WhatsApp o por medio de las decenas de oscuros sitios que proliferan en Internet. ¿El costo? Un par de cientos de dólares, dependiendo del modelo. Puedes pagarlo con Pay-pal o tarjeta de crédito. El segundo paso es el ensamblado, casi como si se tratara de un mueble de IKEA. La diferencia estriba, quizás, en los materiales: es cosa de reemplazar clavos, tornillos y pernos por cañón, muelle recuperador, cargador y gatillo. Si sigues bien las instrucciones, en media hora tendrás tu arma fantasma —o ghost gun, como se le conoce en inglés. Enhorabuena.
Las armas fantasmas no tienen registro y son imposibles de rastrear por la policía. Están al alcance de cualquier persona, incluyendo aquellos posibles compradores con antecedentes penales o problemas de salud mental. Su magia está no sólo en su sencillez, sino en su posibilidad de hacerse perdedizas en los registros oficiales. ¿Lo peor? Al no estar sus componentes ensamblados al momento de su venta, estas armas no califican legalmente en Estados Unidos como tales. Ese vacío legal es lo que habilita su venta y las vuelve atractivas a los compradores más peligrosos.
En Estados Unidos las armas fantasmas son ya un problema enorme y amenazan con causar una epidemia de violencia aún más grave. Hasta hace cinco años eran en ese país una nota al pie en los reportes especializados; ensamblar un arma fantasma era complejo y habilitarla estaba al alcance de aficionados con mucho tiempo libre. Hoy, son noticia de primera plana.
Basta con echar una mirada a los periódicos de Estados Unidos. La mayoría de las policías de zonas urbanas de aquel país registran enormes incrementos de decomisos de armas fantasmas. Así, por ejemplo, si en Washington D.C: se decomisaron 25 armas de este tipo en 2018, en 2019 fueron 115, un crecimiento exponencial. Tendencias similares registran otras ciudades como Los Ángeles y Filadelfia. Algunos de los últimos tiroteos registrado en escuelas y otros lugares públicos han sido realizados precisamente con este tipo de armas. Por si fuera poco, evidencia anecdótica sugiere que grupos supremacistas han comenzado a alimentar sus almacenes con ellas.
A pesar de tratarse de un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, el tema ha sido tratado más bien con desdén por la clase política de ese país. El año pasado el Presidente Biden decretó una acción ejecutiva para limitar la comercialización de estas armas. Sin embargo, aún falta una ley federal que prohíba definitivamente su venta.
El peligro que suponen para México las armas fantasmas es enorme. Para empezar, está el tema del tráfico ilegal. En los siguientes años —si no hacemos algo al respecto— vamos a ver más y más armas fantasmas siendo traficadas de Estados Unidos hacia México. Es previsible que, al popularizarse su uso en nuestro país, la demanda crecerá y el mercado se expandirá, incluso a grupos demográficos que normalmente no suelen adquirir armas de fuego.
. Al día de hoy, existe producción rudimentaria de armas “hechizas” o “artesanales”, caracterizadas por su tecnología deficiente y precaria. ¿Es posible, sin embargo, que éstas puedan adecuarse a los intereses y necesidades del criminen organizado? ¿Cuánto tardará en generarse un mercado capaz de ofertar en México armas fantasmas con tecnología de punta, incluyendo armas impresas en 3D?
En 2021, el 70 por ciento de los homicidios en México se cometieron con armas de fuego. Hace veinte años ese porcentaje era muy menor, por debajo del 25 por ciento. Si las armas son, como ya sabemos, un catalizador de la violencia homicida, la política pública debe atender, como alta prioridad, la proliferación y el uso ilegal de las armas de fuego. La Cancillería ha dado en el clavo al demandar a las armeras estadounidenses que de manera negligente producen y comercializan su mercancía. Sin embargo, para atender el problema global que suponen las armas en el contexto mexicano, es necesario que tomemos urgentemente cartas en el asunto.
El tema de las armas fantasmas es aún controlable y predecible; debemos actuar antes de que (otra vez) se nos venga el mundo encima. Es cuestión de vida o muerte.