Primavera en Davos
Por Gustavo de Hoyos Walther
“Es un hecho que los ponentes y asistentes al Foro Económico Global de este año registraron las críticas a los efectos perniciosos de la globalización en todos los ámbitos. Pero también es cierto que la solución no puede pasar por un regreso al tribalismo nacionalista o civilizacional”.
Entre el 22 y 26 de mayo se celebró en Davos, Suiza, la reunión del Foro Económico Mundial. Quienes acudieron a dicho evento seguramente extrañaron la caída de los copos de nieve del invierno suizo, pues por primera vez en mucho tiempo, el cónclave se celebró en la primavera.
En 1971, un joven ingeniero llamado Klaus Schwab tuvo la iniciativa de reunir en Davos a una serie de intelectuales y académicos para discutir los grandes desafíos que enfrentaba el mundo y explorar las soluciones a los mismos. Esa fecha es significativa porque quizás hoy estemos viviendo un momento similar al que enfrentó el planeta a principios de la década de los 70.
La crisis energética de hoy recuerda a la crisis del petróleo en 1973. La guerra perpetrada por Rusia en contra de Ucrania, evoca a la guerra de Vietnam, que sólo culminó hasta 1975. La inflación mundial caracteriza también a ambos momentos históricos. La incipiente preocupación por el medio ambiente a principios de los 70, reflejada en las publicaciones del Club de Roma, es equivalente a la que hoy existe, y que estuvo bien representada en el Foro por el discurso de Al Gore.
En general, en las reuniones en el Foro estaba sobreentendido que nuestra época refleja un momento en que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba por nacer.
El título de la reunión así lo indica: “La historia en un punto de inflexión”. Los debates y las conclusiones de esta reunión están resumidas en un decálogo que los organizadores dieron a conocer y que se encuentra en un documento denominado Agenda Global.
En el documento se presentan las 10 macrotendencias globales que pueden ser resumidos así:
a).- La desigualdad creciente entre lo que algunos denominan el norte global y el sur global. En particular se menciona al África subsahariana, aunque también se pone énfasis en la desigualdad dentro de regiones específicas que ya incluyen a Estados Unidos y a Europa.
b).- El desempleo que amenaza ahora también al mundo más industrializado y que puede considerarse una consecuencia de la pandemia. A esto hay que agregar, sin duda, la baja del poder adquisitivo producto de los altos niveles de inflación causados por el incremento del gasto para paliar los efectos de la pandemia. El documento habla de la posibilidad de un nuevo contrato social entre empresas y trabajadores.
c).- La falta de liderazgo de los políticos en todo el mundo para ofrecer y poner en práctica soluciones a los dilemas de nuestro tiempo. La conclusión es palmaria: hacen falta estadistas en el siglo XXI.
d).- La tendencia mundial hacia la desglobalización y la crisis del multilateralismo, para enfrentar problemas comunes a las distintas sociedades.
e).- El crecimiento de los nacionalismos o de lo que Octavio Paz llamó, en su obra Tiempo Nublado, el ascenso de los particularismos. Hay un riesgo mayor si esta tendencia al ensimismamiento lleva a la desconexión entre naciones y sociedades y a la incapacidad de administrar conjuntamente fenómenos como la migración.
f).- La crisis de la democracia debido al ascenso de regímenes autoritarios que han aprovechado el valiente mundo nuevo de las redes sociales para desmantelar instituciones representativas, así como los pesos y contrapesos que caracterizan a los regímenes liberales y republicanos.
g) La aceleración del cambio climático que pone en peligro la supervivencia humana y de la vida en la tierra. En esto, se afirma, tiene mucho que ver el alto grado de contaminación en los países más industrializados.
h) La crisis de los sistemas de salud en todo el mundo, que se hicieron ver cómo resultado de la pandemia. Esto puede acentuarse en el futuro cercano por la falta de disponibilidad de agua en muchas zonas del mundo.
La reunión estuvo marcada por la ausencia de una representación rusa, a quienes los organizadores no invitaron, otorgándole un micrófono privilegiado al líder ucraniano, Volodímir Zelenski.
La dislocación global, que se agrava por la guerra en las fronteras de Europa con la civilización rusa, está elevando el riesgo de una recesión económica mundial que ya se siente en el ambiente, como lo señaló en Davos, Sven Smith, jefe del McKinsey Global Institute.
Es un hecho que los ponentes y asistentes al Foro Económico Global de este año registraron las críticas a los efectos perniciosos de la globalización en todos los ámbitos. Pero también es cierto que la solución no puede pasar por un regreso al tribalismo nacionalista o civilizacional.
El consenso es, más bien, que se necesita una administración más racional de la globalización, para que sus beneficios repercutan en cada vez un mayor número de seres humanos.
Fue en las montañas nevadas de Davos donde Naphta y Settembrini escenificaron uno de los grandes debates sobre el destino humano en la novela clásica La Montaña Mágica (Der Zauberberg) de Thomas Mann. Sobre el futuro de nuestra civilización debemos estar del lado de Settembrini, luchando por el humanismo, la democracia, la tolerancia y la ilustración.