Cómo ser un mejor antiobradorista
Por Jorge Zepeda Patterson
“(…) lo que está fuera de duda, es que no puede sostenerse la visión catastrofista e interesada de que la 4T ha generado la ruina económica del país, como sostienen sus detractores”.
Están en su derecho todos aquellos que abominan del obradorismo y consideran que Andrés Manuel López Obrador es un Presidente que no se merece este país. Desde luego, no es perfecto. Pero si quieren ser honestos, habría que criticarlo por las razones correctas, no por aquellas que son producto del prejuicio y la propaganda. Me refiero, concretamente al estado de la economía.
Desde la campaña presidencial se afirmaba que, si AMLO ganaba, la economía se desplomaría, la salida de capitales sería imparable, y el peso entraría en una espiral de caída libre. Los columnistas que hoy lo acribillan pronosticaban un dólar a 30 pesos en cuestión de semanas. Con la certeza que da la carga ideológica, se decía sin asomo de duda que la misma noche de su triunfo el aeropuerto se llenaría de millonarios urgidos de expatriar familia y fortuna. Cuando eso no sucedió, se trasladó la fecha a la toma de posesión el 1 de diciembre. Casi cuatro años después, tampoco ha sucedido.
Lo que sí sucedió es un período de estabilidad en las cuentas nacionales que no existía desde hace varios sexenios, a pesar del tsunami que representó la pandemia y sus duras secuelas. No es una imagen que empate con el Presidente incendiario que se asoma a ratos en la tribuna de las mañaneras y mucho menos con el saldo que arrojan las visiones fatalistas publicadas por la prensa.
Y, sin embargo, más allá de las polémicas, la radiografía está allí. El jueves pasado el Presidente expuso ante la cúpula empresarial del país la evolución de la economía durante su gestión. El modo de gobernar puede no gustarles y mucho menos algunas acciones concretas de política económica, pero tuvieron que reconocer el sentido de responsabilidad que exhiben los más relevantes indicadores sobre el estado de salud de la nación.
Esto no significa que los empresarios vayan a experimentar una conversión obradorista, desde luego. Tampoco hay razones para que el lector renuncie a la fobia que le inspira la 4T. Ciertamente el Presidente no se ayuda cuando extrae un pañuelito blanco y declara inexistente la corrupción, pese a que esta sigue imperando en la vida cotidiana de los mexicanos; o cuando desestima el avance del crimen organizado, mientras éste se expande en el territorio. Y, desde luego, ha habido apresuramiento e improvisación en muchos empeños del Gobierno. La lista de objeciones puede alargarse al gusto y al enfoque ideológico de cada cual. Pero habría que separar estas críticas de aquellas que no puedan sustentarse. Una catástrofe económica es una de ellas. Si usted sigue deseando ser antiamlover es válido, pero si quiere seguirlo siendo de manera documentada y razonablemente honesta, debería tener en cuenta los siguientes datos.
El peso. En los casi cuatro años de gobierno el peso se cotizó de 20.5 por dólar a 20.24. Esto es, una apreciación de 0.6 por ciento. Puede parecer mínima, pero con Enrique Peña Nieto se depreció 45.9 por ciento, con Felipe Calderón 14.5 por ciento, con Vicente Fox 20.9 por ciento, con Ernesto Zedillo 162.3 por ciento, y con los iniciadores del neoliberalismo Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, 975 por ciento y 36.8 por ciento respectivamente. Se dirá que simplemente se trata de otras coyunturas y que no pueden compararse períodos distintos porque enfrentaron diversas circunstancias. Pero entonces, ¿cómo explicar que en este mismo lapso (noviembre 2018 a 15 de junio 2022) las monedas de otros países se han deprimido frente al dólar mientras el peso mexicano se ha mantenido a flote? El Euro, el yen, las monedas de países latinoamericanos o la de los países escandinavos, el dólar australiano y un largo etcétera arrojan números rojos frente al peso.
Inflación. La estabilidad del peso obedece a varios factores, pero la inflación moderada es una de las explicaciones claves. Por vez primera en muchos años, el aumento de precios en México se ha mantenido muy cerca o inferior al de Estados Unidos. Normalmente no es así, lo cual ocasiona una presión insoportable sobre nuestra moneda. En algún momento en este sexenio estuvo por debajo de tres por ciento, pero ahora se encuentra en 7.7 por ciento, como resultado de las presiones internacionales recientes. Y, sin embargo, este incremento es inferior al del resto de los países del continente, incluyendo Estados Unidos, que se encuentra en 8.6 por ciento. Más meritorio es el hecho de que la inflación moderada se ha conseguido pese a haberse incrementado, por vez primera en varios sexenios, el poder adquisitivo de los sectores populares. El salario promedio mensual de los trabajadores inscritos en el IMSS pasó de cerca de 11 mil pesos a 14 mil 619. El dato es relevante, porque durante muchos años el control de la inflación se usó como pretexto para no aumentar los salarios por encima de los precios. La 4T incrementó el salario mínimo 67 por ciento a precios reales, manteniendo una inflación por debajo del estándar internacional.
Crecimiento. El sexenio de la 4T quizá sea el primero en mucho tiempo que termine con un crecimiento promedio anual del PIB inferior al dos por ciento. Los de Fox, Calderón y Peña Nieto lo superaron (sin llegar al tres por ciento). Imposible saber qué habría pasado sin la debacle que significó el cierre productivo mundial durante la pandemia, las guerras comerciales y la invasión a Ucrania y la consiguiente crisis de suministros. En conjunto la economía mundial no había experimentado una caída continua de esta magnitud desde la Segunda Guerra Mundial. Pero la recuperación de la economía mexicana, contra lo que se cree, nos ubica en una posición aceptable. Forma parte del grupo de países que el primer trimestre de este año supera al menos un crecimiento de uno por ciento en el PIB. Forma parte también de la lista de naciones en las que el empleo, al menos, se ha recuperado tras la pandemia: hay medio millón más de trabajadores registrados en el IMSS que hace dos años.
Inversión Extranjera. El sexenio de López Obrador ha roto cada año el récord de inversión extranjera. Pasó de 9.5 miles de millones de dólares en 2018 a 11.9 miles de millones en 2021 y este año rebasará los 15 mil. Con Enrique Peña Nieto o en el pasado, nunca llegó a ocho mil millones. La estabilidad que genera el equilibrio entre ingreso y gasto público, la aversión al endeudamiento y en general el manejo cauto de las cuentas nacionales forman parte de la explicación.
El grado de responsabilidad que pueda tener el Gobierno en estos buenos resultados puede estar sujeto a debate. Pero lo que está fuera de duda, es que no puede sostenerse la visión catastrofista e interesada de que la 4T ha generado la ruina económica del país, como sostienen sus detractores. Las razones para nutrir el antiobradorismo tendrían que encontrarse en otro lado.