Liminalidad y migración
Liminalidad es ese punto de quiebre en la vida humana que experimenta la comunidad inmigrante, esa sensación de incertidumbre que suspende la existencia humana en el tiempo y el lugar, hace que la ansiedad, el miedo y la inseguridad no sean más que sentimientos que comulgan dentro del proceso migratorio. Por lo anterior es necesario repensar el trato hacia el inmigrante y la sensibilización sobre un fenómeno que ningún país en el planeta entero estará a salvo de experimentarlo. El proceso migratorio es un golpe impactante a la psique del inmigrante, esa sensación de estar arrojado a la intemperie en cualquier frontera del mundo, sin posibilidades de retorno en búsqueda de un espacio en un barco, tráiler, sabiendo de antemano que la muerte quizás sea su primera parada. La liminalidad que experimenta el migrante no es grata, es sentir aquel nudo en la garganta cuando las miradas del funcionario migratorio caen sobre él . Nadie elige estar arrojado como hoja en el viento, pocas personas quieren dejar su comodidad para ir a lo desconocido, ser marginado y tratado como ladrón de fuente de ingresos de los nativos. Las fronteras son impuestas y excepto las naturales son modificables, es decir, la raza humana es una. Desde luego que habrá que acatar y cumplir las leyes migratorias, pero hay necesidades humanas que dejan cualquier ley en desuso frente a las crisis migratorias. Actualmente la humanidad vive desde la complejidad, no hay tiempo para mirar hacia el otro, solo hay tiempo para pensar desde el ego y hacia a él , suficiente con un hashtag de protesta o un no me gusta, sin cabida para la empatía poco importa si quinientas personas tuvieron que subir en una barca con capacidad de cien. Si nos detenemos a repensar al migrante desde la comprensión, el proceso de liminalidad podría ser menos pesado, comprender a aquella persona extranjera que quiere cruzar tu frontera para ser parte de tu comunidad, cuya cultura y contexto social los han hecho pensar diferente a ti. La desesperación y el aislamiento muestran que el migrante no es más que reacción de sobrevivencia, desenvolverse en nuevas costumbres y prácticas civiles son difíciles para el nativo per se, y será más difícil para el migrante durante la liminalidad, donde la psique entra en una ardua lucha y el desconocimiento de las implicaciones del estatus migratorio lo ponen a tambalear entre el temor a la deportación o la destinación a un campamento migratorio.
En conclusión, es urgente la empatía hacia la comunidad inmigrante, tomando en cuenta, que años atrás algunos países eran receptores de inmigrantes, en la actualidad sus ciudadanos ocupan las primeras estadísticas en migración, rechazar a las y los migrantes es cerrar el compás de la compasión. Ayudemos a que la comunidad migrante sea una fuerza productiva en vez de convertirse en un problema económico y social. Sin olvidar nunca que todas y todos podemos ser inmigrantes en cualquier momento de la historia.