El costo de la fama de “Alito”
Por Arturo Zárate Vite
Ni todos los “brothers” juntos, como llama a sus amigos, aliados y simpatizantes, depurarían la mala fama que le han hecho al diputado y dirigente priísta Alejandro Moreno Cárdenas los audios dados a conocer por la gobernadora de Campeche Layda Sansores.
Es el punto que parece no ver la oposición, decidida a jugársela con “Alito” hasta sus últimas consecuencias. Lo defienden compañeros de partido y otras organizaciones con el argumento de que es perseguido político, por el voto en contra de la reforma eléctrica y su alarma que ve venir la tiranía.
Indiscutible el desgaste ante la sociedad, por la sencilla razón de que la gente no está sorda ni ciega. Ha tomado nota de lo revelado por los audios, con la voz inconfundible de “Alito”, que pintan al susodicho como personaje que no tiene escrúpulos ni límite alguno, capaz de arreglos en lo oscurito para conseguir sus propósitos.
Al margen de si la gobernadora también ha incurrido en acciones que pueden estar fuera de la ley al difundirlos, han cumplido su objetivo, desacreditarlo ante la opinión pública.
Por fortuna para “Alito”, conserva a sus aliados, lo mantienen al frente del Revolucionario Institucional, en la presidencia de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados y como parte de la alianza con los líderes del PAN y PRD.
Aunque en política nada está escrito y tampoco nada se puede descartar, es probable que con el actual dirigente priísta, sea más complejo que Movimiento Ciudadano (MC) se sume a la tríada, como quisieran muchos, para la competencia presidencial de 2024, por aquello que pregona y dice aplicar: más vale solos que mal acompañados.
Alejando Moreno Cárdenas sigue en la dirección de su partido a pesar de que la vieja guardia tricolor lo invitó a dejar el cargo por las derrotas electorales.
También ha sabido sostenerse como presidente de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados. No resultó el intento para destituirlo, en su ausencia. Continúa, aunque sin quórum para sesionar.
Se va a equivocar si subestima a la mayoría parlamentaria y persiste con la bravuconería que lo ha caracterizado desde que era líder juvenil en su estado natal Campeche.
Tampoco le ayudan sus expresiones burlonas como la que soltó al final de la reunión de la directiva de la Comisión de Gobernación: “no que no tronabas pistolita”.
La fiscalía de Campeche ha pedido desaforarlo, para que sea enjuiciado en los tribunales penales, por enriquecimiento ilícito.
Si “Alito” no le baja a su impetuosidad, tiende puentes y se sienta a negociar la reforma electoral, los diputados de la mayoría no van a dudar en acelerar el procedimiento para quitarle el fuero.
Está a tiempo de evitar que lo encaminen a un proceso penal que puede poner en riesgo su libertad, como ha sucedido con otros personajes de su propio partido. Por algo dice el dicho “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.
Lo que ya no tiene remedio es la mala fama que se ha ganado a pulso, por sus exabruptos exhibidos en los audios y que la cúpula de su propio partido, así como las dirigencias del PAN y PRD, parecieran dispuestas a pagar el costo, sin importarles el impacto o daño en los planes con miras al 2024.