Ucrania

Hace dos días, Ucrania celebró el aniversario 31 de su independencia de Rusia. También se cumplen seis meses de heroica resistencia ante la campaña de terror y guerra que inició Vladímir Putin, presidente de Rusia, contra Ucrania.

La invasión rusa ha estado plagada de problemas. Su Ejército pelea sin espíritu, sin moral, porque buena parte de la tropa sabe que les ordenan atacar a sus hermanos. Putin inició la agresión pensando que tomaría el control de Ucrania en cosa de semanas, pero no ha podido, gracias a la recia resistencia ucraniana encabezada por su presidente, Volodímir Zelenski.

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Paulatinamente, Rusia ha recrudecido sus tácticas. Lo que empezó con bombardeos sobre objetivos militares, se ha convertido en una auténtica campaña terrorista, abiertamente buscando objetivos civiles, incluidos hospitales y escuelas.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos están instando a sus ciudadanos que abandonen Ucrania, porque esperan una ofensiva importante en estos días, para coincidir con la independencia ucraniana.

La crudeza de estar en una zona de guerra, y lo digo por experiencia, es particularmente dramática para la población infantil. En estos días, enfrentan un regreso a clases totalmente incierto. En un afán de proteger a sus futuras generaciones, el gobierno ucraniano construye a toda velocidad refugios dentro de las escuelas que estarán abriendo con clases presenciales. Muchos niños, quizá demasiados, están sujetos a estudiar en línea, sobre todo los miles que están desplazados.

El futuro de esta guerra es aún difícil de predecir. Se habla de una contraofensiva ucraniana para recuperar algunas ciudades del sur, pero también es posible que Rusia logre romper el cerco y tome la ciudad de Odesa, cerrando la única salida al mar que aún tiene Ucrania. O bien, el frente puede más o menos estabilizarse donde se encuentra ahora.

Imposible subestimar el liderazgo del presidente Zelenski. Cuando Rusia desató su primera ofensiva, y ante la intención declarada de los rusos de ir por él personalmente, tuvo amplia oportunidad de huir y refugiarse en Polonia, o algún otro país amigo. Pero Zelenski desechó el traje y la corbata, y decidió uniformarse como un miembro más de la resistencia armada, inspirando así a millones de ucranianos, que veían a su presidente en la línea de fuego, dispuesto a entregar la vida en defensa de la independencia de su país.

Zelenski no sólo inspiró a los ucranianos, sino al resto del mundo. Ha recibido en Kyiv a múltiples jefes de Estado, ha hablado por teléfono incesantemente con otros y conseguido enorme cantidad de ayuda en equipo militar de Estados Unidos y otros países para tratar de rechazar la invasión. Es, probablemente, la principal razón por la que Putin no ha podido tomar y someter a Ucrania.

¿A quién le conviene que se prolongue la guerra? Parece que a Rusia. Las severísimas sanciones económicas que han debilitado a la economía rusa no parecen estar funcionando. Con todo, Rusia venderá más energéticos que nunca. El rublo se ha estabilizado y el desempleo se mantiene bajo. La intensa campaña de propaganda interna desatada por el Kremlin ha logrado satanizar a Ucrania entre la población rusa, al punto de convencerlos de que Ucrania es un Estado nazi.

Europa, que ha reducido su importación de gas de Rusia, está pagando las consecuencias. En este verano sin lluvias y altas temperaturas, varios países han impuesto límites al consumo de sus ciudadanos. En Madrid, por ejemplo, nadie puede poner el aire acondicionado a menos de 27 grados Celsius. ¿Cuánto aguantarán los europeos antes de que sus ciudadanos empiecen a alebrestarse?

Los costos humanos de la guerra son enormes. Millones de desplazados buscan acomodo en diversos países del mundo. Y todo por la ambición desmedida de un autócrata. Los autócratas están de moda. Así nos irá.

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