Las Fuerzas Armadas, en la mira por sucesión 2024
No se necesita ser un experto en el manejo de información confidencial para tener un primer acercamiento a los últimos movimientos políticos que han puesto a las Fuerzas Armadas en el centro del debate para acotar sus funciones más allá de la original de defender la soberanía ante posibles invasiones extranjeras.
La estrategia de Gobierno del presidente López Obrador tiene como eje de funcionamiento operativo la asignación de tareas a las Fuerzas Armadas, adicionales aunque contenidas en las facultades de la Ley Orgánica del Ejército: apoyo a las obras sociales; y con un poco de enfoque estratégico todas esas nuevas actividades tienen que ver con el tema que nadie quiere analizar: la transición mexicana del PRI a la democracia, de la democracia al PAN, del PAN al PRI y del PRI a Morena.
Este tránsito ha tenido el efecto inesperado y desatendido de modificar las relaciones de seguridad política del Estado. Y en este contexto es en el que se debe evaluar la actual crisis de violencia criminal, política y social con el instrumental analítico de la seguridad interior, es decir, la ruptura de los acuerdos internos de gobernabilidad institucional que garantizaban más o menos bienestar y que impedían la configuración estructural del crimen organizado como -de acuerdo con el texto de la iniciativa de reforma militar- un poder cuasimilitar que le está disputando hegemonía o dominio al viejo sistema político del Estado priista-pospriista.
La asignación de tareas adicionales a las Fuerzas Armadas ha creado el falso debate sobre el militarismo, a pesar de que las señales claras y hasta supuestas no garantizan la construcción de un Estado político-militar. En este contexto, todas las acciones contra el sector militar buscan ir acotando los espacios políticos de la sucesión de 2024 para que no se salga de los territorios civiles-políticos.