Verde Olivo
Por Francisco Ortiz Pinchetti
“Y es que ante el evidente, estrepitoso fracaso de su política contra la inseguridad pública, incluida la fallida creación de una Guardia Nacional encabezada por civiles, el Presidente ha decidido entregar a las fuerzas armadas no solamente esa tarea (…) sino todos los principales proyectos y actividades gubernamentales”.
No anda nada mal Andrés Manuel López Obrador, el izquierdista Presidente de México, como le ponen las agencias noticiosas. Aunque lo critiquen por muchas cosas, la verdad es que está a la moda. O tiene una extraña intuición, una habilidad innata que no se le conocía, o doña Beatriz es una asesora extraordinaria, que está al tanto de las últimas tendencias.
Leo en el portal de Espeleta:
“El color Verde Olivo ha llegado para quedarse. Lo podrás ver en todas las terrazas y espacios cerrados; en su decoración, en su mobiliario… ¡Porque es súper tendencia! Además, con la llegada del otoño, este color incluso se vuelve más necesario, pues es ideal para crear espacios que respiren naturaleza y equilibrio.
Tranquilidad, sostenibilidad o prosperidad son algunas de las sensaciones que despierta esta tonalidad. Combina con casi todos los colores y tiene la capacidad de crear una atmósfera relajada y confortable. Es la oportunidad perfecta para diferenciarte de la competencia y crear una terraza sostenible y con personalidad que se salga de lo habitual y sea vanguardista. Y como en Ezpeleta siempre estamos al tanto de las últimas novedades y tendencias… ¡El verde olivo es nuestro nuevo color!”.
También en México, el verde olivo es nuestro nuevo color nacional. Y es que, como dicen los expertos de Co´Coon, el verde oliva es un tono versátil, que nos brinda mil y una posibilidades de combinación y queda perfecto con: rojo, amarillo, negro, blanco, marrón, incluso con las tonalidades de los pantalones de jeans o los estampados de animal print. Todos, excepto el azul. Ojo.
Quizá porque ese color tiene también algo de tropical, el caso es que al tabasqueño le rete encanta. Y ya pintó todo el país de verde olivo. Con la aprobación en el senado del dichoso Quinto Transitorio parcialmente modificado, a la que ayudaron 10 demócratas senadores priistas y otros dos perredistas, seguramente también izquierdistas, se completó el cuadro. Ahora sí, tenemos verde olivo hasta para tirar para arriba. ¡Todo se cubre del color de moda del 2022!
Esto explica todo, digo yo.
Aunque, lástima, la realidad es bastante menos divertida. Y en verdad preocupante. Alarmante, pienso yo y piensan muchos mexicanos, entre ellos reconocidos especialistas en el tema de la militarización, por supuesto descalificados ipso facto por el señor de Palacio Nacional.
Y es que ante el evidente, estrepitoso fracaso de su política contra la inseguridad pública, incluida la fallida creación de una Guardia Nacional encabezada por civiles, el Presidente ha decidido entregar a las fuerzas armadas no solamente esa tarea –que debiera estar efectivamente en manos civiles–, sino todos los principales proyectos y actividades gubernamentales.
No sorprendió mayormente que encargara al Ejército la construcción del aeródromo “Felipe Ángeles”. Finalmente, es en realidad una extensión de la Base Militar Número 1, de Santa Lucía. Pero luego siguió el Tren Maya, incluida su construcción y su operación. Y el corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que busca conectar Coatzacoalcos con Salina Cruz. También el control de todas las aduanas y los puertos marítimos del país. La construcción de las dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar, los 594 cuarteles de la Guardia Nacional, y los nuevos aeropuertos de Cancún y Palenque.
Agréguenle el traslado de las vacunas anti Covid-19, la distribución de medicamentos y libros de texto gratuitos, el combate contra el huachicol, la remodelación de 32 hospitales semiabandonados, la vigilancia en la entrega de los recursos de los programas sociales, la custodia de las pipas de Pemex, la limpieza del sargazo en Quintana Roo… Hasta hace un mes, eran ya 227 tareas civiles encomendadas a militares.
Además, claro está, la mencionada Guardia Nacional con sus 130 mil efectivos, convertida ya en apéndice formal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
También entregó, a la Marina, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Y recientemente, el control migratorio que ejercía el Instituto Nacional de Migración (INM). Y de remate, luego de que el hackeo de Guacamaya lo descubrió, reconoce que sí, que hay la idea de crear una nueva línea aérea ¡que operará el Ejército! Según tamaña ocurrencia, la aerolínea, que se llamaría Mexicana como la extinta aerolínea privada, además de rentar 10 aviones utilizaría el avión presidencial, que ni se vendió, ni se rifó, ni se rentó durante estos últimos cuatro años y en cambio ha costado un dineral a la Nación por su manejo financiero y su mantenimiento.
Todo lo anterior significa también, por supuesto, poner en manos de las fuerzas armadas, para su manejo prácticamente discrecional, opaco, cientos de miles de millones de pesos del presupuesto nacional. Tan solo en 2022, manejan más de 204 mil millones de pesos, el segundo presupuesto más alto de la administración pública. Los militares están en las calles del país y ahí seguirán, por lo menos, hasta 2028.
En todos los casos, el argumento es el mismo: las Fuerzas Armadas son honestas, confiables, leales, libres de corrupción. Impolutas pues. Sólo en ellas se puede confiar. Lo mismo que pensaban en el siglo pasado los derechistas Pinochet y Videla y Hugo Banzer y Velasco Alvarado. Lo mismo que piensan hoy los izquierdistas Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Cannel.
“Sí, sí cambié de opinión ya viendo el problema que me heredaron. ¿Cómo enfrentar el problema de la inseguridad?”, reconoció hace unas semanas el izquierdista Presidente de México que antes, como opositor, era enemigo acérrimo de la militarización. Prometió como candidato regresar a los militares a sus cuarteles. Hoy le enloquece el verde olivo. Es la moda. Válgame.