Rendición de cuentas
Por Gustavo de Hoyos Walther
Estas lecciones siguen vivas hoy más que nunca y Gran Bretaña continúa siendo un faro para quienes creemos y estamos dispuestos a emprender la defensa de la democracia, las libertades y la justicia.
El ideal republicano y democrático entraña la posibilidad de que la ciudadanía pueda juzgar la actuación de sus gobernantes para, en su caso, removerlos.
Esa es la función política de la rendición de cuentas. El filósofo austríaco, Karl Popper, ha escrito páginas deslumbrantes sobre la importancia de que la ciudadanía pueda deshacerse del mal gobernante. Pero esto no es tan fácil como podría parecer, pues en muchas ocasiones un político en el poder puede ser pésimo y, debido a una variedad de razones, contar con el respaldo de una mayoría para mantenerse en el poder.
Para evitar que una situación así continúe existen elecciones periódicas, con campañas políticas que, en teoría, deberían llevar a una deliberación razonable sobre la actuación de un Gobierno. De hecho, el populismo puede definirse como la serie de condiciones que impiden o hacen muy difícil esta deliberación razonable.
En regímenes parlamentarios la rendición de cuentas puede ocurrir en cualquier momento y el premier -normalmente un Primer Ministro- puede ser sometido a un voto de censura por parte del Parlamento. Se diría que una sociedad está en crisis cuando las Cámaras remueven a un líder político con demasiada frecuencia.
Eso es lo que está pasando en Gran Bretaña ahora mismo. Desde el triunfo del Brexit en el referéndum, el Parlamento británico ha removido a tres primeros ministros en menos de un sexenio, y ahora Elizabeth Truss tiene el récord de ser la Premier británica que renunció más rápidamente a su delicado encargo. Su liderazgo fue apenas un suspiro.
Pero haríamos mal en pensar que esta crisis de liderazgo implique un riesgo para la democracia liberal británica. Es cierto que el voto por el Brexit fue una pésima decisión colectiva y que los británicos deberían comenzar, cuanto antes, un camino hacia la reconciliación con Europa. No obstante, la que se considera la democracia europea más longeva, sigue mostrando su vigor, al administrar esta crisis momentánea dentro de la normalidad jurídica y política de las instituciones liberales y democráticas. Lejos está el Reino Unido de una asonada revolucionaria o de un golpe de Estado por algún demagogo populista.
El país que nos dió a Shakespeare está pasando por uno de sus momentos dramáticos pero Gran Bretaña también es la nación que aportó a occidente los fundamentos de las instituciones liberales. Estas instituciones son los pilares de la convivencia civilizada en cualquier parte del mundo. Si se debilitan, las asonadas violentas o las tiranías no están lejos de adueñarse de un sistema político.
La lección del país insular europeo, nos debe servir cuando pensamos en los desafíos democráticos que hoy enfrenta México. Es muy preocupante saber que el Presidente López Obrador esté considerando la idea de impulsar un cambio a la Constitución para ampliar su mandato. Un acto así sería obviamente ilegítimo y entrañaría además un claro desafío a las instituciones democráticas del país, aunque hubiera una mayoría suficiente en el Congreso de la Unión y las legislaturas estatales que lo aprobara. No es el momento de hablar de las múltiples razones de ello, basta decir que debemos comenzar pronto una gran cruzada educativa que permita a los mexicanos apreciar el valor de la democracia y de la rendición de cuentas. Para ese propósito vale la pena releer a los clásicos ingleses del liberalismo que escribieron sus tratados precisamente para evitar que gobernantes con aspiraciones tiránicas se perpetúen en el poder. Estas lecciones siguen vivas hoy más que nunca y Gran Bretaña continúa siendo un faro para quienes creemos y estamos dispuestos a emprender la defensa de la democracia, las libertades y la justicia.