El reto de habituarnos a la sana turbulencia transformacional
O las capacidades y el impulso resultan superiores a los miedos o nunca acaba ocurriendo.
Y aunque en más de una ocasión las condiciones de actuación cambian más rápido que el fin de su implementación idónea, toda transformación se impulsa, no porque no pueda resultar irrelevante en el largo plazo, sino porque la vemos necesaria para mantenernos competitivos en el corto y mediano plazo.
Transformar un negocio es intrínseco a la tarea empresarial. Y no en el deseo simple del mejoramiento constante –que tiende a provocar la convergencia con tu competencia–, sino con el propósito práctico de mantenerse en la línea de los positivos en la perpetua carrera de caja contra tiempo.
En su definición más simple, transformar es hacer cambiar de forma a algo o alguien en un proceso donde ese algo trasmuta a otra cosa. Dejas de ser mucho de lo que eras para convertirte en algo que toma tiempo reconocer y conocer.
¿Qué detonantes indispensables deben existir para una transformación inteligente en la empresa? Aquí tres para la reflexión directiva:
1. Conexión con la dificultad.- Si fuera sencillo, ya se hubiera hecho inercialmente antes. No es poco común que la incomodidad aflore en múltiples momentos del proceso y que la oposición (pasiva o explícita) emerja en decisiones críticas.
Los inconvenientes, la contrariedad y las réplicas son consustanciales a todo proceso de cambio necesario. Y en razón de ello, conviene recordar un principio de la física: “donde hay fricción hay movimiento”.
2. La suma de las recompensas supera la suma de los sacrificios.- La máxima de todo cambio empresarial es que el valor tiene que compensar y superar el costo agregado de cada una de las decisiones de cambio.
Ni se debe aspirar al costo cero, ni se debe inmolar la organización en el deseo de transformarla. Detonar la transformación ‘de un algo’ de la compañía implica mantener un equilibrio sensato con el resto de los elementos del sistema que la hace productiva.
3. Es una espiral de aprendizaje, decisión y ajuste en la acción.- Nunca he testificado un proceso de cambio lineal que sobreviva a todos los supuestos que fundamentaron su detonación.
Las transformaciones organizacionales son procesos dinámicos, de aprendizaje sobre la marcha, de ajuste frente a restricciones emergentes y que requieren de decisiones múltiples de alcance, costo, tiempo y complejidad. El enemigo es la inacción, no la variabilidad.
En el mundo de la ingeniería, un proceso de transformación se refiere al conjunto de operaciones hechas a determinadas materias primas hasta poderlas convertir en algún material que resulte apto para ser trabajado (insumo) o utilizado (consumido) en la realización de un producto o servicio.
En la empresa, todo nuevo proyecto implica una transformación de ciertas cosas que se hacen diferente y de otras que se dejan de hacer, para que la configuración resultante sea óptima para la acción competitiva que se está buscando implementar o mantener. Es, por definición, una evolución constructiva.
Y es que mantener un negocio saludable en más de una ocasión se percibe como un viaje interminable en el que no dejamos de ver el mundo en el que ya no queremos estar, ni percibimos todavía con claridad el mundo al que deseamos llegar. Pero eso sí, tenemos que habituarnos a la sana turbulencia transformacional.