Airbnb y la precarización de la vivienda
Por Alejandro De la Garza
“Es claro entonces que la plataforma y su falta de regulación está siendo aprovechada por algunos para enriquecerse a costa de la ciudad. Aunque estos datos no demuestran una causalidad entre Airbnb y los precios de las rentas, deberían ser suficientes para dudar en abrirle más espacios”.
El sino del escorpión ha fatigado la información disponible y la conclusión parece de una obviedad contundente: las plataformas de rentas temporales de casas y departamentos encarecen las rentas, gentrifican zonas urbanas y precarizan la vivienda para los habitantes locales en favor de los “nómadas digitales”. Por ello, sorprende la firma de un acuerdo entre el Gobierno de la Ciudad de México con la plataforma de rentas temporales Airbnb para impulsar una campaña de promoción de la ciudad como “centro global para trabajadores remotos y capital del turismo creativo”, una campaña avalada además por la UNESCO porque, aseguran, se “empoderan y promueven experiencias creativas y culturales que llevarán oportunidades económicas a más mexicanos”. El alacrán abrevia los datos duros.
La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, señaló sobre el convenio (en agravio de la sintaxis): “Es una invitación a que todos los trabajadores remotos del mundo entero vengan a la Ciudad de México a vivir esta ‘Ciudad que lo tiene todo’ (…) y además, el hecho de que Airbnb nos seleccione entre los 20 destinos de este tipo, es porque realmente se está viendo que tiene un gran potencial. Y aparte, el turismo creativo es lo que queremos vincular, para que no solamente sea un turismo que se queda en un lugar, sino que tenga vínculos para el desarrollo local, pero puede tener un potencial enorme”.
El objetivo de esta alianza internacional, abundó, es que la Ciudad de México capte un cinco por ciento de los nómadas digitales, lo cual generaría una derrama económica de mil 400 millones de dólares anuales a diversas zonas de la capital. Con ello se fomentaría el empleo y se potenciaría la economía local. En cuanto a la intervención de la UNESCO, ésta tiene que ver con la posibilidad de que habitantes de cualquier alcaldía como Xochimilco, Iztacalco o Gustavo A. Madero, se conviertan, a través de la plataforma Airbnb, en guías de turistas (¡!) para los visitantes, y les compartan la experiencia de vivir en la Ciudad de México. Esa es la “experiencia de turismo creativo” propuesta”.
En cuanto a los datos duros sobre Airbnb puntualizados aquí y la precarización de la vivienda que genera, el escorpión acudió al investigador del CIDE @LuisFelipeVe, a la organización The Shift (a favor de la regularización de las rentas temporales y de las plataformas que promueven estos mecanismos de renta de vivienda), y a la información de la propia plataforma insideairbnb.com. El señalamiento inicial del investigador del CIDE es contundente: “Airbnb sí contribuye a reducir los espacios disponibles para vivienda en la ciudad y permite el enriquecimiento de unos cuantos a costa de todes les demás”, lo cual es una contradicción flagrante con su propuesta de una “sharing/collaborative economy” (economía compartida y colaborativa).
Las evidencias sorprenden al alacrán: 61.5 por ciento de los espacios listados por la plataforma en la CDMX son viviendas completas y equivalen a más de 14 mil casas o departamentos. De estas 14 mil viviendas completas, 80 por ciento tiene disponibilidad de tres meses o más al año, equivalentes a los periodos vacacionales, lo cual indica que muy probablemente los huéspedes no habitan la vivienda, sino que su principal uso es la renta de corto plazo. Además 64 por ciento de las viviendas completas pertenecen a los llamados “multi-listados”, o sea grupos de propiedades pertenecientes a un solo “anfitrión”, y 40 por ciento son listadas por anfitriones que poseen cinco o más propiedades. Algunos tienen más de 100 viviendas listadas cada uno (Ver gráfica). Y claro que rentar un departamento a corto plazo es mucho más productivo que rentarlo a personas de la localidad a largo plazo, pues el precio promedio de estas viviendas completas es de mil 900 pesos por noche. El CEO de Airbnb en México, Ángel Terral, justifica esta situación al asegurar que son los anfitriones quienes ponen los precios, lo cual contradice sus campañas de “inclusión comunitaria”.
¿A quién beneficiará esa potencial derrama económica generada por los “migrantes” temporales? Parece que sólo a los dueños de multi-propiedades, deduce el alacrán. Un último dato, en Estados Unidos, Airbnb causa el 20 por ciento del incremento anual promedio de rentas.