La hora de Monreal
Por Francisco Ortiz Pinchetti
“Le han llamado oportunista, traidor, hipócrita”.
En diciembre, contestó el senador Ricardo Monreal Ávila a una pregunta acerca de la definición de su futuro político inmediato. Es evidente que el zacatecano tiene su cálculo. Y su estrategia. Mientras tanto, se mueve. Está en los medios y en las redes como nunca antes. Se habla de él. Y entonces reitera su llamado a la reconciliación nacional, al antídoto de la política de confrontación del presidente López Obrador.
“Lo que me detiene aún en Morena es mi respeto por el Presidente de la República”, advirtió hace unos días. “Él y yo iniciamos hace 26 años nuestra lucha, y no voy a salir por la puerta trasera de Morena y no puedo admitir ser traidor porque piense distinto, tengo mi criterio propio, mi autonomía de pensamiento, no creo en el pensamiento universal y no soy traidor por querer democratizar las decisiones de mi organización política”.
¿En diciembre?
Hace rato que el coordinador de la mayoría morenista en la Cámara de Senadores se volvió un dolor de cabeza para Andrés Manuel. Se ha convertido en un activo político que a la vez que demuestra lealtad al tabasqueño y al movimiento que ambos y muchos más construyeron, le resulta incontrolable, inasible al poderoso mandatario.
Es audaz el exgobernador de Zacatecas: A la vez que reitera una y otra vez que él está con el Presidente, advierte que la pretensión de modificar con leyes secundarias preceptos constitucionales en materia electoral es absolutamente inviable. “¡No!”, contestó tajante ante una eventual modificación de la forma en que deben elegirse los consejeros ciudadanos del INE como lo anunció el Presidente al reconocer que no cuenta con los votos necesarios en el Congreso para que su iniciativa de reforma constitucional sea aprobada. “No es posible”, atajó, cuando se le preguntaba sobre la reducción del número de legisladores, como intenta hacer Andrés Manuel, a través de una legislación secundaria que no requiere mayoría calificada para su aprobación.
Su declaración fue un golpe seco contra las pretensiones presidenciales de impulsar un “Plan B” tras el fracaso de su intento de una reforma constitucional.
Casi inmediatamente después, sin embargo, Monreal Ávila aseguró que por supuesto asistirá a la marcha a la que convoca AMLO como respuesta a la histórica movilización del pasado domingo 13 de noviembre. “Sí, claro, por supuesto, yo soy partidario de él. Soy miembro del movimiento que él encabezó. Yo soy constructor del movimiento que ganó la elección en el 2018. Por supuesto que estaré ahí, puntual a la cita, con solidaridad y con respeto de todo tipo de expresiones, pero lo que él hace es ejercer un derecho de jefe de Estado”.
Se sabe excluido –hasta ahora– del adelantado proyecto sucesorio del Presidente, que no lo incluyó entre sus “corcholatas”. Y no sólo eso: se sabe víctima al interior de Morena de una maniobra muy turbia en su contra de la que es ejecutora visible la impresentable gobernadora morenista de Campeche, Layda Sansores San Román, a la que ya demandó penalmente por la difusión ilegal de conversaciones privadas.
Le han llamado oportunista, traidor, hipócrita. Él asegura que “hay intereses muy fuertes tratando de eliminarlo a la mala, incluso se abroga el derecho a decir que me vaya sin que pueda existir un mecanismo o una razón. El partido no es propiedad de nadie, ni de los adelantados, ni de las corruptas. El partido es de todos, lo construimos todos”.
Sabe, y así lo ha denunciado, que la hija del cacique priista de Campeche no le entra sola a ese juego sucio, sino en obvia combinación de la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum Pardo. Y por supuesto está cierto, porque conoce a sus correligionarios y al Presidente, que eso no podría ocurrir sin la anuencia callada del señor de Palacio Nacional, que por supuesto repite que él no tiene nada que ver. “Ni me meto ni me preocupo”, dijo con sorna el mandatario acerca del pleito entre la campechana y el zacatecano.
Intuyo que Monreal Ávila es un adicto al ajedrez. Tiene la destreza y la firmeza de los maestros del llamado deporte-ciencia. Gusta de los enroques y los gambitos y no se arredra ante los jaques. Mueve sus fichas sin prisa, con cautela, pero con decisión. Sin dudar. Y busca ahora una jugada complicada, difícil y muy poco común: el doble a rey y dama con jaque mate.
Hace un enroque corto: consigue el pasado 10 de noviembre el respaldo de 88 de los 127 senadores de la República, incluidos 38 de Morena. Firmaron una carta en la que manifiestan su solidaridad con él “ante un gobierno que utiliza de manera sistemática, ilegal e impune recursos públicos para fines de persecución y acoso”.
Y luego avanza su alfil: todavía entre las repercusiones de la multitudinaria marcha que sacó a la ciudadanía del marasmo y que él nunca descalificó, ojo, convoca a una Convención de la Reconciliación Nacional para este sábado 19 de noviembre, en la Arena México de la colonia de los Doctores. Ahí, anticipa, dará a conocer su plan para recuperar la paz y la armonía entre los mexicanos. ¿Llegó su hora? Válgame.
DE LA LIBRE-TA
AUTOGOL El propio Andrés Manuel puso muy baja la vara ante su anunciada manifestación del domingo 27: al tratar de descalificar a la marcha en defensa del INE, en la que participaron cientos de miles de ciudadanos, sarcástico como es, aseguró que con 125 mil personas basta para llenar al zócalo, lo cual es cierto. Difícilmente podrá ahora contrastar y presumir su concentración multitudinaria que colmará seguramente la Plaza de la Constitución.