La derechota salvaje

Por Fabrizio Mejía Madrid

“Lo relevante es que los conservadores se han exhibido como un grupo de presión que no está interesado en atraer votantes sino en sostener su verdad”.

Pasó la reunión de los conservadores, la del CPAC, y lo más notorio fue que los republicanos de Trump propusieron al actor Verástegui como su candidato a la Presidencia de México. Atrás quedaron los del partido fascista español, Vox, los evangélicos norteamericanos, los legionarios de Cristo muy preocupados por la pederastia en las escuelas, y hasta los libertarios como Javier Milei, del que se esperaba un gran espectáculo, pero que aburrió cuando se empezó a hacer bolas entre los conceptos de precio y valor en la economía y, para salvarlo, gritó desaforado: “Somos superiores en productividad y moral”. Antes, el candidato de la derecha en República Dominicana, que responde al nombre de Pamfis Domínguez, ya había sentendiado: “Los conservadores somos el estándar universal”.

Ese sería una buena conclusión sobre la reunión fascista en la ciudad de México a la que no se presentaron ni el instigador de la toma del Capitolio, Steve Bannon, ni el dirigente de Vox, Santiago Abascal. Lo que se repitió hasta la saciedad fue que ellos, los conservas, son dueños de una verdad que está por encima de la política, porque es de origen divino: la familia, sólo es entre un hombre y una mujer, “y no de cosas raras”, como dijo el lider del Partido Colorado de Paraguat, Enrique Riera; que la patria es la que deporta a los inmigrantes ilegales y defiende sus fronteras; que Dios también es uno y que habla a través de ellos y no de los “musulmanes” que, como dijo el experiodista de El País y hoy eurodiptado, Hermann Tersch, son parte de “las mafias que han expropiado ciudades enteras de Europa”.

Lo relevante es que los conservadores se han exhibido como un grupo de presión que no está interesado en atraer votantes sino en sostener su verdad. A la derecha electoral, Acción Nacional, la tacharon de “derechita cobarde” por no imponer el orden que ellos creen de origan divino, como los papás de sexos distintos, las aduanas, y las misas católicas. Mientras, supongo, ellos se erigen en la “derechota valiente” o “salvaje”, es decir, la que dice crueldades, falacias, y superioridades, sin miedo al ridículo. De esto se trata esta columna, de analizar los dos días en que se reunieron en un hotel de la ciudad de México. Y lo que sucederá a continuación, la marcha del obradorismo, como respuesta de la izquierda.

El primer problema de la derchota valiente es que se pelea con una caricatura y no con la realidad. Por ejemplo, alguien que dice llamarse Miklos Lukacs de Pereny, un veterinario peruano, aseguró que la lucha entre izquierda y derecha es “una guerra antropológica”. Así dijo: “Ahora, los hombres pueden ser mujeres, pueden formar familia con perrijos y gatijos, o casarse con una planta. Muy pronto ya no va a haber más cópula, entre hombre y mujer y todos seremos trans, nosotros que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Nos llevan a convertirnos en una farsa. ¿Qué pasa con la familia? Deja de ser relevante. Tu padre va a ser una pipeta y tu madre, dos óvulos extraídos de la médula espinal. Así, ¿qué va a pasar con la identidad? Seremos multiespecie y tendremos gente que decide casarse con un poste de luz. Esto es lo que está detrás de la ideología de género”.

Entre muchos de los comentaristas al foro fascista hubo mucho preocupación por la proximidad de los vegetales. No sólo por la que llaman “izquierda vegetariana”, sino por la posibilidad que ellos ven muy amenzante de algo llamado “transbotánicos”, que supondría una sociedad que quiere ser planta. No es broma. Lo dijeron varios. Supongo que se imaginan un futuro terrible donde las macetas no alcanzan y el Estado populista reparte el abono.

Un gringo al que no presentaron, llamado Jason Jones, dijo: “Honramos a las personas verdaderas. Tenemos una verdad por encima de las opiniones de los gobiernos”. Es decir, que hay personas no verdaderas y que se vale exterminarlas desde las alturas de la superioridad racial, de género, y de clase. Varios insistieron, por ejemplo, en que las creencias religiosas debieran estar por encima de las pacientes en el caso de los médicos, por encima de las pruebas, en el caso de los jueces, y por encima de los planes de estudio, en el caso de las escuelas. Es una verdad tan superior la que detentan, que no puede ser contenida por las instituciones. Otro, se quejó de que ya no podían participar en el gobierno, ni en la educación porque —cito— “no somos ni mujeres ni discapacitados”. Eso en cuanto a los derechos de las diversidades que ellos imaginan como plantas carnívoras salidas de los laboratorios financiados por el populismo con nuestros impuestos.

También se abordó el tema de la desigualdad económica. Para los conservadores es un tema ficticio: no existe, es un invento de la izquierda. El exministro de Educación de Paraguay, Enrique Riera, así lo dijo: “Han satanizado el lucro”. César Grajales, cabildero republicano en Miami, aseguró sin miedo: “La izquierda les dice a los pobres que no tienen oportunidad de ser exitosos”. Bueno, es la realidad la que se los comenta cada mañana, pero siguió: “La izquierda demoniza a los empresarios cuando en cada uno de nosotros hay un líder, un soldado de la libertad”. Bueno, confundió líder con soldado y luego se quejan de no tener más figuras que las de Verástegui. Y concluyó con un llamado a “elegir a los gobiernos que no regalan nada, sino que reparten oportunidades”. Mientras hablaba este colombiano, hijo de Miami, los usuarios del chat en la plataforma en que se transmitía el encuentro, comentaban: “El canal interocéanico en México es una idea de Isabel La Católica, expropiada por los masones”. Otro reaccionaba a la idea de los transbotánicos: “No existe la inteligencia artificial”, escribió, “sólo hay una inteligencia y es la de Dios”.

El tono local fue retomado por Fredo Arias-King, que presumió haber sido el enlace internacional de la campaña de Vicente Fox y de Josefina Vázquez Mota, acabó, por una razón incomprensible, haciendo un elogio del manager del grupo musical ABBA a quien relacionó con el éxito de las privatizaciones después de la caída del muro de Berlín. De paso dijo que “la justicia social es un robo”. Más cercana al orden de su presentación, la diputada chilena por el Partido Republicano, Chiara Barchiesi, aseguró que la izquierda es como un médico que no le dice a su paciente que va a morir”, por lo que, la derecha es la que le dice al paciente que se va a morir., es decir, le comunica que nunca va a salir de pobre y que, si se subleva, va a ir a la cárcel. Aseguró que Boric ganó en Chile por los “deseos de venganza de los que tienen menos contra los que tienen más”. Quieren ver sufrir a los poderosos”, dijo. “Es puro revanchismo y venganza lo que los lleva a votar por mentiras emocionales que le sirven a los agentes del conflicto”.

Alguien a quien se presentó como “el puño de hierro contra el comunismo”, la diputada por el Centro democrático de Colombia, Maria Fernanda Cabal, acabó siendo eso pero contra los posibles votantes: “Los izquierdópatas””, dijo sin miedo al neologismo, “convierten a la juventud en promiscua y, luego, dicen que los deseos son derechos. Han despertado al imbécil juvenil, a las masas hipnotizadas por causas justas, al adoctrinamiento LGBT en nuestras escuelas, que van a acabar por usar el alfabeto completo”. Ya encarrerada, arremetió así contra Gustavo Petro, el presidente colombiano: “Es un pirómano de las ideas que azuzó el terrorismo molecular financiado por Rusia y que va a los brujos de santería en Cuba”. Luego se lanzó contra “la memoria histórica” y en defensa de la historia “comprobable”, uno de los temas de esta cumbre, que opone la estampita de los héroes a la diversidad de las fuentes la historia de las víctimas. Remató con una frase que la sintetiza: “Lo grave es que los imbéciles votan”.

Se desataron las furias. Isa Mendez, exdiputada local de Nuevo León arremetió contra el magistrado Arturo Zaldívar: “Nos avergonzamos de Zaldívar, que sus gustos de cama los ha llevado a la Suprema Corte”. Luego, ella misma o su compañero Carlos Leal, llamaron a concentrar su propaganda en los “distritos que controla la clase media”. Hermann Tertsch del Valle Lersundi, ex columnista de El País, y ahora uno de los eurodiputados por Vox que han atacado al Presidente López Obrador por “insultar periodistas” desde La Mañanera, dijo sin miedo al hiterismo: “Mientras que los nazis son perseguidos en todo el mundo, asistimos a esta vergüenza de que la Unión Europea financia a la dictadura populista de Cuba (…) La buena noticia es que después de la pasividad culposa tenemos un momento de reacción. Tenemos nuevo gobierno en Italia. Giorgia Meloni nos va a dar muchas alegrías, pero también el Partido de Demócratas de Suecia, que busca la devolución de todos los inmigrantes ilegales y la de respeto a la familia, a las fronteras, la recuperación de la civilización occidental”.

El más esperado por los conservadores era el argentino Javier Milei, pero decepcionó, como dije ya, porque se hizo bolas con sus categorías económicas. Quiso demostrar que el cambio climático no existía porque, según él, la temperatura a veces es alta o baja. También quiso argumentar contra la idea de que las mujeres ganan menos que los hombres, diciendo que todas las mujeres quieren estudiar pediatría y que los hombres son los que se dedican a las otras especialidades de la medicina. Luego habló de Messi y, como percibió que había aburrido, ensayó dos frases publicitarias: “la izquierda quiere una sociedad de envidiosos” y “el que gana dinero es un héroe, es un benefactor social”. Pero ya la cumbre de los conservas había terminado para todos.

Hice este recuento porque no deberíamos menospreciar el delirio de superioridad divina de la derechota valiente. Ante el desplome de la oposición del PRIAN y su marcha en defensa de un peligro de mentiritas que era la desaparición del órgano electoral, surge esta cumbre que se erige como elegida por el Dios del orden. Una derechota que se desinhibe en su idea del autoritarismo que les impone a los demás lo que debe ser una familia, una escuela, un médico o un país. A eso se debió el discurso del Presidente López Obrador en el aniversario de la Revolución mexicana. Ahí, él estableció una comparación entre el momento actual y el golpe de Estado contra Francisco I. Madero: no se puede pactar con una élite traidora y nunca se debe gobernar sin el apoyo popular. Así, López Obrador está poniendo otra vez las coordenadas del 2024 donde los principios de equidad, soberanía nacional, laicismo, y universalidad de derechos deben ser defendidos contra esta derechota salvaje. Correrse al centro o hacia la llamada “reconciliación” que proponen personajes como Ricardo Moreal, sería desequilibrar los principios políticos a favor del cálculo electoral. La marcha del siguiente domingo será la respuesta a la derochota, desde abajo, desde la diversidad, y el rescate del Estado y la soberanía nacional. No es, como se ha dicho, una respuesta a la pobre marcha del “ine no se toca”. Es mucho más que eso. Es la solución plebeya y popular a la idea de que existen mentes superiores que deberían de someternos a lo que ellos dicen es la verdad universal. Es la disputa entre la rancia élite doctorada y los nosotros, los nuevos plebeyos politizados. Entre la vieja retórica de la autoridad medieval que ya sólo es el 20 por ciento y el nosotros, el 80 por ciento, persuadidos por el presente.

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