¿Quiere el Presidente utilizar al Ejército contra civiles?

Por Gustavo de Hoyos Walther

“Hace unos días el Presidente, López Obrador, dijo algo exorbitante pero real en una de sus homilías matutinas. Señaló que el ejército existía para evitar un supuesto golpe de Estado que llevarían a cabo los que llama fifís o conservadores”.

Hace unos días el Presidente, López Obrador, dijo algo exorbitante pero real en una de sus homilías matutinas. Señaló que el Ejército existía para evitar un supuesto golpe de Estado que llevarían a cabo los que llama fifís o conservadores.

No se necesita ser un experto en filología para entender el mensaje. Y éste es muy preocupante.

Para empezar hay que entender que para el presidente los fifís o conservadores son aquellos que lo critican y que no están de acuerdo con él. Son aquellos que están buscando organizarse para derrotarlo democráticamente en las urnas en 2024. Son los que nos organizamos el pasado 13 de noviembre para marchar por la defensa del INE. Muchos de quienes lo justifican ya han planteado la tesis de que todas estas actividades, normales en una democracia, pueden ser intentos de un Golpe de Estado suave, como le llaman.

En lugar de aceptar la crítica a su gestión y comenzar un diálogo con quienes lo critican, el Presidente no ha dejado de lanzar invectivas de todo tipo contra quienes se le oponen.

El escritor Gabriel Zaid ha hecho una lista bastante amplia de los epítetos que utiliza López Obrador como instrumentos punzocortantes hechos de letras.

El Presidente defiende este despliegue de intolerancia argumentando que se trata de su derecho de réplica. Nada más alejado de la realidad. De lo que se trata es de un ejercicio de abuso del poder, que como tal ha sido reconocido por la opinión de al menos una Corte de Justicia mexicana.

Pero las consideración de la enormidad declarativa del Presidente va más allá. Es claro que se trató de la amenaza de utilizar el Ejército contra civiles.

Desde el punto de vista del derecho internacional humanitario esas declaraciones pueden constituir una prueba prima facie de que el régimen intenta cometer atrocidades en masa. Efectivamente, la amenaza por parte de un Jefe del Ejecutivo de enviar al Ejército para reprimir ciudadanos ha sido invocada, por ejemplo, en la Corte Penal Internacional, como una prueba para proceder en su contra sea por genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra o limpieza étnica, que son los cuatro delitos tipificados en el Estatuto de Roma.

Con sus locuaces declaraciones, el Presidente está danzando en una cuerda muy delgada. No se da cuenta que su actuación y sus dichos son vigilados no sólo por la sociedad mexicana en general, sino por la comunidad internacional.

La creciente intolerancia que muestra de manera abierta está quedando registrada en libros, audios y videos que pueden convertirse en pruebas para ser presentadas ante instancias judiciales internacionales si efectivamente el Presidente decide recurrir al Ejército para reprimir a la ciudadanía.

Así que aquí estamos. Nadie pensaría que tuviéramos que preocuparnos de otra represión como la de Tlatelolco en 1968. Pero el Presidente nos obliga otra vez a ello.
Por el bien de todos, le pedimos que se modere y comience un intento de reconciliación antes de que sea demasiado tarde.

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