Cómo transitar de la estrategia a la ejecución (II)

En la pasada columna comentábamos 3 pasos clave para construir un sistema de ejecución correcto, sólo cubrimos el primero (Lograr claridad estratégica); a continuación, los otros dos:

2) Lograr claridad organizacional. Ahora hay que enfocar a la organización para que supere los retos clave para ejecutar la estrategia. Para tenerlo claro, habría que considerar 3 ideas: • Especificar lo que le corresponde ejecutar a cada unidad/ equipo. Aquí hay que preguntarse cómo podemos agrupar los objetivos estratégicos, para ver cuáles le corresponden a cada unidad/equipo. Hay que tener en cuenta aquí un concepto clave: la redarquía, (más que la jerarquía). La “redarquía” nos deja ver cómo podemos alcanzar esos objetivos más eficazmente, formando unidades/equipos más por red de capacidades a desplegar que por jerarquía.

Tener claras cuáles son las capacidades que cada una de estas unidades/equipos debe tener para lograr los objetivos. Aquí los asignaremos según sus recursos y capacidades para que cada objetivo estratégico tenga “dueño” es decir responsable de lograrlo. •Es muy importante asignar y repartir muy eficazmente el trabajo, asignando el talento adecuado para cada objetivo estratégico; se pueden asumir algunos “riesgos”, y hasta dejar “huecos” pero si estos huecos (entre capacidad requerida y capacidad real) son muy grandes, habrá que conseguir talento… o cambiar de estrategia.

3) Construir de un sistema de gestión. Una vez que se logra claridad estratégica y claridad organizacional (pasos 1 y 2) hay que “construir” un sistema de gestión que nos permita ir avanzando hacia la consecución de los objetivos estratégicos en el día con día. Aquí los custodios clave de la ejecución son los líderes de las unidades/equipos, y aquí es donde entran en juego los nuevos enfoques de dirección (por ejemplo, la tecnología agile que ya hemos comentado (EF 16/abr/2021). Tecnología muy centrada en las opiniones de los clientes y en equipos “empoderados” que puedan de manera rápida (ágil) ir avanzando hacia soluciones, minimizando errores o equivocaciones, y por ende el costo.

¿La adaptabilidad como estrategia?

¿La adaptabilidad como estrategia?


No se trata de desaparecer a la jerarquía. Cualquier estrategia compleja necesitará organización y estructura para lograr una efectiva coordinación colectiva. La importancia de empoderar adecuadamente a su personal ya teniendo claridad estratégica y claridad organización podemos esperar que en toda la organización cada empleado sepa lo que se espera de él, y con que apoyos cuenta para lograrlo. Y más allá de esta idea, los empleados requerirán una libertad significativa para adaptarse a estos objetivos y el enfoque necesario para ajustarse a las especificidades locales. Los buenos sistemas de gestión aseguran explícitamente que hay suficiente rendición de cuentas y flexibilidad en su diseño para evitar la “trampa de la burocracia” y permitir niveles suficientes de empoderamiento.

Un ejemplo es Ritz-Carlton y su famosa regla de $2,000 dólares, que especifica que los empleados pueden gastar hasta esa cantidad en satisfacer a un cliente sin pedir aprobación, pensemos lo que esto significa: tener empleados muy responsables, para que sean totalmente confiables en el uso de esta atribución: Aquí van de la mano la capacitación y el empoderamiento. La importancia de la retroalimentación autocorrectiva. El contexto local (donde estamos) la inteligencia colectiva, los comentarios de los clientes y los comentarios de los empleados nos indican la necesidad de construir un sistema de retroalimentación que permita a los líderes comprender y reaccionar rápidamente a lo que vaya sucediendo.

En pocas palabras, los líderes deben saber lo que está funcionando bien y lo que no, de la forma más rápida y clara que sea posible, para estar en condiciones de: corregir, aprender (y compartir) rápidamente las “mejores prácticas”. Recordemos, la acción colectiva, es decir, la cooperación a gran escala es una enorme ventaja competitiva de la humanidad: capacidad de crear una visión y luego convertirla en realidad. Para eso, tres cosas han de conjugarse: 1) una buena estrategia, 2) la organización adecuada y 3) una gestión eficaz. Con estos tres ingredientes en su lugar, se puede dar rienda suelta al ingenio humano (así ha sido históricamente) y podremos lograr colectivamente lo que deseamos: hacer realidad nuestros sueños.

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