La democracia y el INE de hoy

El asedio sobre la democracia no cesa. Grave sería que la oposición partidaria y la sociedad civil bajaran la guardia al pensar que el triunfo pírrico que el presidente y sus legisladores presumen lograron ya los dejara tranquilos en su afán de destruir al organismo que organiza las elecciones en nuestro país. El hecho de que de los cuatro nuevos consejeros del INE solo dos abiertamente se relacionen con Morena, el movimiento-partido en el gobierno, y que para cualquier acuerdo de trascendencia se requieren 8 de los 11 y que fácil no se ve que lo logren, no significa que el INE mantendrá su eficiencia organizativa, y sobre todo su imparcialidad en sus determinaciones conforme a las atribuciones constitucionales para la organización de las elecciones y en su momento “cantar” al ganador de la contienda.

Lo primero que habrá que decir es que la elección de los nuevos consejeros y la nueva presidenta del consejo general del INE representan la derrota de la política, ya que si bien es legal su elección por “tómbola”, el hecho de haber recurrido al caso extremo que la norma marca para la elección, significa que el diálogo para llegar a acuerdos de consenso se canceló, ante la expresa negativa dictada desde el presidente para que Morena y sus acólitos no llegaran a acuerdos con la oposición partidaria, y de parte de la oposición de verse incapacitada para poder tejer acuerdos. Hoy queda más claro que nunca que el Congreso ha dejado de tener una de sus esencias constitutivas, la de debatir y con el diálogo llegar a acuerdos si no se tienen los números para la votación, como la que se necesitaba para la elección de los nuevos consejeros electorales.

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El hecho de que Morena haya impulsado la inscripción de una gran cantidad de aspirantes y que en el proceso de eliminación, hasta llegar a las quintetas, mantuviera una mayoría de ellos, les daba una mayor probabilidad en el sorteo, y esa es una de las fallas de la oposición, que ingenuamente pensó que Morena abriría espacios en la negociación basados en los antecedentes históricos de los nombramientos anteriores.

Así las cosas, y nombrados porque la diosa fortuna los favoreció, la nueva presidenta del INE y los otros consejeros no garantizan ninguna eficiencia e imparcialidad en su trabajo, porque no fue por sus virtudes que fueron seleccionados, así que serán únicamente su trabajo futuro y los hechos mismos de su quehacer los que habrán de definir si son verdaderamente dignos de ser consejeros y defensores de la democracia y de la institución ante el asedio del presidente para acabar con ambos. La democracia es, sin duda, la mejor forma de gobierno para pacíficamente resolver los conflictos por medio de la política, y en nuestro caso, el INE, el organismo para organizar las elecciones que definen el reparto del poder, de ahí su importancia estratégica para poder mantenernos en un régimen democrático frente a la andanada de ataques y búsqueda de destrucción de sus instituciones como lo hace el autócrata de Palacio Nacional.

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