Vivir en las trincheras de Ucrania a través de la realidad virtual
El devenir geopolítico de Europa tiene su reflejo en el mundo digital, que estos días vive la efervescencia de los grandes eventos. El metaverso, ese no-sitio donde se supone que en 2026 un 25% de las personas pasará al menos una hora al día, ha sido uno de los grandes protagonistas del Mobile World Congress celebrado hasta ayer en Barcelona, bien con noticias que subrayan su posible aporte educativo, bien por las sinergias que se firman (la última, la de Telefónica y Meta, antigua Facebook) para explotar su potencial.
Pero sin pensar en el futuro y con la vista puesta en el hoy, lo cierto es que la realidad virtual está consiguiendo algo que parecía imposible hace no tanto: estar allí sin estar allí. Sí, está claro que visitar en el mundo digital un monumento próximo a la casa propia en vez de acercarse físicamente a él es en principio una bobada, pero, ¿qué pasa con los lugares peligrosos? ¿Qué pasa con los lugares exclusivos? Ya van apareciendo algunos ejemplos. El pasado 12 de febrero se celebró en Valencia la 36ª entrega de los Premios Goya y en la alfombra roja previa hubo un invitado inesperado: una cámara de realidad virtual de Meta a través de la cual los usuarios de Quest (las gafas de realidad virtual de la compañía) pudieron asomarse a ver in situ y en 360 grados a los famosos que desfilaban hacia el Palacio de Las Artes Reina Sofía.
La inmersión virtual, evidentemente, no funciona solo con actividades que ofrezcan una contemplación estética; también lo hace con actividades con más acción. Neurológicamente, la violencia activa el sustrato nervioso del refuerzo: es por eso que nos gustan las películas y series violentas. Con los videojuegos no es distinto: desde hace muchos años los juegos bélicos (Call of Duty, Battlefield, Medal of Honor…) han tenido un éxito arrollador entre el público. Juegos entretenidos, adrenalíticos y, claro, en su mayoría, violentos. Pero la guerra no solo es violencia, o no solo es la violencia lo único que se puede analizar dentro de un conflicto bélico como el que vive el mundo en estos momentos. Y para ello también nos puede ayudar la tecnología.