Percepción, seguridad y desapariciones

Por Salvador Guerrero Chiprés
En muchos municipios del país aún están muy lejos de alcanzar la alineación positiva entre disminuir la incidencia delictiva y reducir la percepción negativa en materia de seguridad. La capital nacional lo ha logrado.

Además de ser la mejor de entre las seis entidades con mayor densidad demográfica en materia de avance en el decrecimiento delictivo, la CDMX tiene el mejor registro del primer trimestre de año, de los últimos ocho desde 2015 que contamos con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

En tres años, la percepción de inseguridad pasó de 92.3% a 67.4%: una de cada cuatro personas ha dejado de sentirse insegura en la ciudad gobernada por Claudia Sheinbaum Pardo. Se debe a una disciplinada supervisión; a políticas públicas dirigidas a combatir las causas sociales de la delincuencia; a la colaboración entre Gobierno local y nacional; a la operación policial y de procuración de justicia, así como la apertura verificable ante la denuncia ciudadana.

Con una reducción en tres años del 56% en la incidencia de delitos de alto impacto y una baja de 61% en los homicidios dolosos, hay entrega de resultados.

En una sociedad de vanguardia no puede haber espacio para violencias que atenten contra las y los más vulnerables —niñas, niños, mujeres, personas adultas mayores— ni para la omisión o acción tardía institucional.

La atención temprana y empática fortalece la posibilidad de resultados positivos en seguridad pública. En los últimos días, por ejemplo, entidades como Nuevo León han estado marcadas por situaciones de alto impacto que restan legitimidad al trabajo policial.

El feminicidio de la joven Debanhi, cuya búsqueda se extendió por dos semanas, develó una crisis por desapariciones de niñas y mujeres en ese estado, y la urgencia de reivindicar el derecho a vivir y sentirse seguras en cualquier sitio y momento.

Tan solo mientras buscaban a la joven de 18 años —por increíble que parezca hallada en la cisterna de un motel que ya había sido revisado y que remitió al caso de la niña Paulette en el Estado de México ocurrido hace 12 años— fueron localizadas cinco mujeres más, cuatro de ellas menores de edad.

Esta situación se refleja también en la percepción ciudadana de inseguridad, que en la entidad registra contrastes. Según datos del INEGI, correspondientes al primer trimestre de este año, mientras en San Pedro Garza 11.7% se siente inseguro, ese porcentaje crece en Monterrey hasta 71.5%, y en Escobedo —donde desapareció Debanhi— es del 57.3%.

El trabajo conjunto entre autoridades locales y federales es plataforma para entregar resultados y mejorar percepciones. Los gobiernos de todos los estados tienen en común esa legítima exigencia ciudadana.

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