El autócrata
El fracaso económico que este gobierno está dejando no es más que resultado de las decisiones unipersonales que el presidente tiene de manera particular sobre esta materia, y que ha llevado prácticamente con tres secretarios de Hacienda la ruta a la deriva, es él y solo él quien “dicta” la política económica y no solo eso, sino que sus diatribas en contra de la inversión privada nacional y extranjera un día sí y el otro también y además, los cambios en la legislación hechas por un Congreso supeditado al presidente, al grado de no cambiar ni una coma las iniciativas de éste, es lo que ha tenido como consecuencia que la economía no despegue, amén de los impactos que la pandemia sigue dejando y la ausencia de apoyos a las Pymes y de una política contracíclica mantiene a la economía tronada. Otros factores como el que la reactivación económica de nuestro principal socio comercial no nos haya jalado lo que esperábamos que nos salvaría y la alta tasa inflacionaria, así como ahora también las tasas de interés mantienen como saldo una economía muy mal y como consecuencia de ello, mayor pobreza y desigualdad.
Más de 112 mil homicidios dolosos en lo que va del gobierno de López es más que un dato duro para subrayar el fracaso de la ‘estrategia’ (si eso puede llamarse así) de seguridad, bajo la consigna de “abrazos y no balazos” que sigue ensangrentando el país y no solo es la muy grave situación de orfandad de la sociedad frente al crimen organizado y a la delincuencia común porque el Estado y el gobierno morenista no cumplen con su responsabilidad, sino porque además esta violencia e inseguridad son uno de los factores claves a considerar por los empresarios para no invertir, además las prácticas criminales de los cárteles impiden la realización de las actividades económicas sumando a ello la ausencia de una verdadera y necesaria política económica como mencionamos en el párrafo anterior. El luto nacional que la violencia ha dejado en los últimos años en nuestro país y las heridas aún no cerradas porque muchas familias ni siquiera han encontrado los restos de sus seres queridos, sin duda que mantiene una muy grave herida y daños de salud mental que no podemos ni imaginar y que las buscadoras de los desaparecidos nos recuerdan día a día de la grave deuda que el Estado tiene con la sociedad de no procurar seguridad a los ciudadanos.
Cuando los errores, los dichos, las acciones y la ausencia de una política económica dejan como saldo millones de pobres y una mayor desigualdad y los programas sociales no ya no digamos hace disminuir sino ni siquiera frenan la degradación social porque supuestamente las prioridades de “primero los pobres” revela que estamos ante otro de los fracasos del gobierno de López, ya que mientras la economía no crezca no solo los más pobres no tendrán trabajo ni seguridad social, sino que la riqueza generada no alcanza para repartir y más con la fijación presidencial de no endeudarse (aunque en los hechos la deuda vaya creciendo) y sin impactos reales, como ya el Inegi lo ha dado a conocer que en este gobierno el aumento de la pobreza y la desigualdad social son el pan de cada día.
El ineficiente manejo -si no es que hasta criminal en no pocos casos- que se ha tenido de la pandemia y el desmantelamiento previo de las instituciones de salud para los más pobres ha dejado una cifra de muertes que algunos calculan en 600 mil solo de la pandemia del COVID, más los que por falta de atención médica y un caso también muy grave de la falta de medicamentos es un tema que debe de agregarse a la lista de ineptitudes y obcecaciones que este gobierno tendrá que rendir cuentas no solo administrativas o éticas sino llegado el caso judicialmente.