No desperdiciemos una buena crisis
Independientemente de que algunos puedan tener ‘otros datos’, la verdad es que en materia económica las cosas no van bien, tenemos un problema serio de finanzas públicas, inversión y crecimiento económico. No desperdiciemos esa circunstancia. Aprovechemos la oportunidad para discutir y tomar decisiones que en tiempos donde todo va bien, ni siquiera debatiríamos.
Sobre cómo aprovechar las crisis, cada quien tendrá seguramente sus historias. Yo recuerdo algunas vividas en las dos más recientes recesiones que sufrió la economía nacional y mundial.
A principios de siglo, cuando Estados Unidos y México entraron en recesión, en un contexto de finanzas públicas frágiles, donde incluso se tuvieron que elevar las tarifas eléctricas (medida que fue muy impopular), se diseñaron agendas especiales para impulsar el empleo, de donde surgieron un buen número de ideas de cambios institucionales, de esquemas para dinamizar la construcción de vivienda y de impulso a las concesiones carreteras; se diseñaron los PPPs para infraestructura, la banca de desarrollo generó nuevos programas, como el de garantías, se reformó el sistema financiero rural, nació el sistema de apertura rápida de empresas, y un largo etcétera; ideas que quizá hubieran tardado más en salir a la luz o quizá no se hubieran impulsado nunca, de no haberse presentado la crisis.
Después de la crisis de 2009, que también fue mundial, se discutió en el seno de la Comisión de Estadística de Naciones Unidas si la comunidad estadística podría haber actuado mejor, generando, por ejemplo, indicadores oportunos que anticiparan la crisis que venía. Del seguimiento a este debate y de la reflexión interna en el Inegi, se diseñaron en México nuevos productos estadísticos, como el tablero de indicadores, el indicador oportuno de la actividad económica a 30 días de terminado el trimestre, como ya lo tenía Estados Unidos, el sistema de los ciclos de crecimiento que ya había desarrollo la OCDE y la ampliación de las encuestas de expectativas empresariales manufactureras a otros sectores, entre los productos que recuerdo.
Lo anterior, para señalar que la situación actual de la economía puede ser la oportunidad para llevar a cabo acciones que hemos postergado por mucho tiempo o nuevas ideas para impulsar el crecimiento económico y el empleo. Señaló algunas que me vienen a la mente.
1.- Tener un consejo fiscal que dé confianza a los mercados, de forma que pueda incrementarse la deuda (aprovechando las bajas tasas de interés), para invertir en proyectos de infraestructura con elevada rentabilidad económica y social.
2.- Impulsar una reforma fiscal basada en impuestos al consumo donde pague más el que más consume y aprovechar los recursos para crear un sistema de seguridad social universal.
3.- Relanzar la reforma energética.
4.- Llevar a cabo un plan de infraestructura al 2050 y desarrollar un banco de proyectos.
5.- Impulsar APPs regionales (entre varios estados de la República) con participación del gobierno federal.
6.- Crear una agencia entre el gobierno federal y los gobiernos locales, para impulsar Asociaciones Público Privadas a nivel municipal.
7.- Desarrollar centros turísticos integralmente planeados no costeros y dar un nuevo impulso a la vivienda.
8.- Revisar el sistema de pensiones y los incentivos al ahorro para el retiro.
9.- Impulsar la revolución amarilla (Fox dixit) con base al incremento de la productividad del maíz amarillo y otros productos básicos.
10.- Fortalecer los mecanismos de inclusión financiera con participación de la banca comercial.
11.- Implementar la Cédula Única de Identidad.
12.- Atender los fallos regulatorios a nivel local para la apertura y funcionamiento de las empresas, aprovechando el trabajo de la Conamer y la reforma constitucional del sexenio pasado.
Como dice Enrique de la Madrid en un video que circula en las redes: Hagamos de la adversidad una oportunidad. No desperdiciemos una buena crisis.
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Una nota personal. Con este artículo termino un ciclo de tres años de compartir semana a semana mis opiniones sobre la situación nacional, especialmente de aquello que podemos medir. Agradezco a Manuel Arroyo, Enrique Quintana y Jaime Domingo López Buitrón, la oportunidad de desarrollar una nueva faceta de mi vida profesional, y a Elizabeth Torrez y a todo el equipo de El Financiero Bloomberg, por el trato generoso que siempre me dispensaron.