Todavía puede rescatarse el sexenio en materia económica
Hace algunos días un buen amigo me preguntó sobre cuál de los escenarios económicos, de los que escribí hace cerca de un año, tenía mayor probabilidad de ocurrencia, dado como ha iniciado el sexenio. En esta entrega hago una revisión de dichos escenarios, asignándoles probabilidades de ocurrencia. Las probabilidades no suman 1, porque cada una es independiente.
En estos primeros diez meses de gobierno no hay muchas sorpresas respecto del tipo de políticas públicas que se pensaba iba a instrumentar en su gobierno el presidente Lopez Obrador. Ha sido muy consistente. Quizá la mayor sorpresa ha sido la resistencia a observar la realidad (‘yo tengo otros datos’); sin embargo y aunque públicamente no lo admita, estoy seguro que en su interior, pragmático como es, debe estar muy preocupado porque las cosas no están funcionado como él esperaba en materia económica.
La realidad es que nadie pronosticaba un escenario tan malo para la economía de México en el primer año de gobierno; y eso va a influir en el tipo de políticas públicas que se tomen a futuro.
Al primer escenario le denominé: ‘El poder es como el violín’, recordando la frase que utilizo David Konzevik en Brasil a propósito del gobierno de Lula da Silva, ‘se toma con la izquierda, pero se toca con la derecha’. A este escenario le doy ahora una mayor probabilidad (0.75). El presidente se tardó en reconocer la importancia de la iniciativa privada en los procesos de desarrollo; no obstante, gracias al rápido deterioro de la situación económica, pero también a los buenos oficios de empresarios como Carlos Salazar, Antonio del Valle y Alfonso Romo, las cosas empiezan a cambiar. Por ello doy mayor probabilidad a un escenario en el que regresen esquemas público-privados para impulsar la infraestructura, rondas petroleras, subastas de energías limpias y proyectos en los que se incentive la inversión privada. Veo que también se ha incrementado un poco la probabilidad de una reforma fiscal que inhiba lo menos posible la inversión y la generación de empleo. Ante un escenario internacional poco favorable, las opciones se reducen. El Ejecutivo federal tendrá que impulsar la inversión privada utilizando todos los instrumentos a su alcance y reducir la vulnerabilidad fiscal con un reforma que inhiba lo menos posible el crecimiento económico.