Regaños coloniales
Por Violeta Vázquez-Rojas Maldonado
Si la resolución del Parlamento dirigida al gobierno de México es enojosa, escuchar las intervenciones orales de los parlamentarios en el pleno donde se aprobó, requiere estoicismo.
Las reacciones más predecibles fueron las de los grupos opositores al presidente -políticos, comentaristas y empresarios-, que encontraron en la redacción del comunicado una confirmación de sus prejuicios sobre un López Obrador pendenciero, rijoso, autoritario y falto de maneras. Por otro lado, algunos simpatizantes del presidente juzgaron que la carta era acertada en el contenido, pero errada en la forma: piensan que lo que se dijo se pudo decir más diplomáticamente.
Esta es una historia que se lee, como las revistas dominicales, de atrás para adelante, de modo que primero nos enteramos de la sorpresiva respuesta del gobierno de México y sólo después del documento que la motiva. La resolución del Parlamento Europeo sobre la situación de los periodistas y los defensores de los derechos humanos en México, respaldada por 607 de sus 705 miembros (hubo sólo dos votos en contra y 73 abstenciones), es un documento que no peca de falso, pero sí de falaz.
Por un lado, enumera verdades innegables, como que en este sexenio han sido víctimas de la violencia varias decenas de periodistas y defensores de derechos humanos, lo que convierte a este país en uno de los más peligrosos del mundo para ejercer estas actividades. El documento relata otra verdad inocultable: que Andrés Manuel López Obrador suele exhibir a ciertos periodistas cuando publican noticias falsas, y también recuerda la sabida tensión que existe entre la Presidencia y la prensa (sin especificar que esta tensión sólo alcanza a la prensa corporativa).
Si la resolución del Parlamento dirigida al gobierno de México es enojosa, escuchar las intervenciones orales de los parlamentarios en el pleno donde se aprobó requiere estoicismo. Se trata de una letanía de declaraciones insidiosas y desinformadas que animan a comprender por qué en la respuesta del presidente se usan frases como “ya no somos colonia” y “manía injerencista”. Pongo algunos ejemplos:
La caricatura discursiva en que se ha convertido la oposición nacional a AMLO parece replicarse en Europa: unos lo acusan de no ser suficientemente de izquierdas, otros lo denuncian por demasiado izquierdista. Así, la Diputada Susana Ceccardi, del partido derechista italiano Lega Nord, sentencia: “Todo esto se puede adscribir a las políticas del presidente socialista mexicano Obrador, poco incisivo en el combate a los criminales, (pues) prefiere invertir en las políticas socialistas que bloquean el desarrollo del país en vez de la represión de esta violencia”. Ceccardi aprovecha la tribuna para introducir una acusación tangencial y malintencionada: “sus declaraciones alucinantes de condena a la invasión de Ucrania por parte de Putin se parecen peligrosamente a la posición pro-Rusia de los dictadores comunistas de Venezuela y Cuba”.
La ignorancia y la hipérbole no son exclusivas de los parlamentarios de derecha. Lefteris Nikolau-Alavanos del partido comunista de Grecia, es quizás el más perdido de los oradores, pues incluso parece que no sabe cuál es el tema sobre la mesa. Así, no duda en afirmar: “López Obrador aplica duras medidas contra los trabajadores y reprime cada vez más las movilizaciones populares”.
La eurodiputada española María Soraya Rodríguez Ramos, del partido centroderechista Ciudadanos, es franca y directa, su exigencia es que acaben las respuestas del presidente a la prensa difamatoria. “En este contexto no es aceptable que el gobierno cree una plataforma gubernamental aprovechada por el presidente para estigmatizar, criticar y ridiculizar a periodistas con el pretexto de luchar contra las mentiras falsas” (sic).
La única intervención sensata fue la de Miguel Urbán Crespo, militante anticapitalista y fundador de Podemos, que acepta: “México es uno de los países más peligrosos para la prensa, una violencia que también golpea de manera especialmente preocupante a los defensores de derechos humanos y las defensoras del medio ambiente. Todos estos son problemas reales que enfrenta la sociedad… El problema es que algunos grupos políticos de esta cámara están utilizando esta situación como un arma arrojadiza contra el gobierno mexicano con unos intereses que poco tienen que ver con la defensa de los periodistas y de los defensores de los derechos humanos y esto es intolerable”. Lamentablemente, su intervención ceñida a los menos de dos minutos de rigor, no le da para explicar mucho más este punto.
Sólo los diputados Antoni Comín y Oliveres, de Cataluña, y Clare Daly, de Irlanda, señalan el involucramiento de las transnacionales europeas en la exacerbación de la violencia y el neocolonialismo, pero ninguno alcanza a percibir lo que bien señala Urbán: si bien la situación de los periodistas y los activistas en México es alarmante, esta misma situación se emplea como arma política de presión sobre el gobierno mexicano para defender otros intereses, como los de las empresas energéticas, mencionados abiertamente por Millán Mon.
Al Estado Mexicano se le debe exigir, y se le exige, que asuma su obligación de garantizar la vida y proteger a personas cuya actividad las pone en riesgo. No se niega la voluntad mostrada en los avances, pero todos podemos apreciar que los logros son magros y que lo que se ha hecho, si bien es algo, no es suficiente. Pero lo que los parlamentarios europeos hacen -seguramente azuzados por grupos de poder que operan en México- es una receta desgastada de manipulación: toman causas justas y las usan -algunos sabiendo y otros sin saber- para socavar la imagen de un gobierno legítimo y promover los intereses de élites empresariales.
El tono del comunicado del gobierno mexicano en respuesta a la resolución del Parlamento Europeo se entiende mucho mejor después de atestiguar las intervenciones desinformadas, manipuladoras y francamente irrespetuosas de la mayoría de los parlamentarios. Es fácil deducir que muchos de ellos incluso ignoran a qué artimaña se prestaron.
La historia se complementa bien con esta escena del sábado por la tarde: el presidente es recibido por una multitud sonriente bajo la llovizna de Huimanguillo, Tabasco. Mientras pasa lentamente en su camioneta, recogiendo saludos, dejándose tomar fotos, recibiendo cartas, uno de los asistentes le dice, alto y claro: “Muy bien contestado a los europeos. Me siento representado”.