La letra con sangre entra
Parece que el viejo refrán se ha convertido en el modus operandi de los toreros mexicanos en Las Ventas de Madrid. El significado de ser heridos en el ruedo de la capital española va más allá de la estadística. La razón es la enorme convicción y determinación para defender el toreo. Va más allá de lo que se está convirtiendo en obsesión para muchos y que para mí está dejando de serlo: que es abrir la Puerta Grande. Si bien lo deseo que suceda, y más pronto que tarde, lo que están haciendo nuestros compatriotas es defender al toreo mexicano. No como estructura e industria sino como vocación y tradición con 495 años de arraigo.
Joselito Adame, Leo Valadez, Arturo Gilio y, el domingo pasado, Isaac Fonseca han dejado su sangre como testimonio del precio que los taurinos estamos dispuestos a pagar para defender lo que absurdamente, una minoría impulsada por el dinero y una lamentable ecología urbana, nos quieren arrebatar.
Pasamos del debate absurdo y estéril, sobre todo por los argumentos de aquellos, basados en mentiras repetidas miles de veces que ya traen como verdad ciega. Y digo ciega porque no han visto el valor que va más allá de la tauromaquia y de una corrida de toros. Desconocen la vida del toro en el campo, ecología total, las cifras y todo de lo que hemos venido argumentando para ganar terreno en lo legal con la “tranquilidad” que el sistema jurídico y legal mexicano impondrá la razón y la justicia a algo tan obvio y evidente, defender y ratificar nuestro derecho a la libertad de ser taurinos. Desde quien compra boleto para ir una vez al año a los toros en la feria de su pueblo hasta los ganaderos, toreros y profesionales cuya vida gira alrededor del toro.
Esta columna semanal se ha convertido en un grito de libertad, siendo una columna taurina, volveré al tema de escribir de toros, sin dejar nunca de lado el defender la libertad, más allá de la tauromaquia, esta lucha es en favor de esta causa.
Este fin de semana, el ministro Arturo Zaldívar, homónimo fonético del matador de toros, declaró en twiter: “todos los derechos para todas las personas”, con motivo de la marcha del orgullo LGBT, lo cual me parece adecuado en tiempos de inclusión, tolerancia, respeto y aceptación. Coincide curiosamente con la ley a nivel federal en los Estados Unidos sobre al aborto. Temas ambos complejos por las posturas de unos y otros. Dirá usted amigo lector, que tiene que ver esto con los toros. Pues brevemente le digo lo que pienso sobre el absurdo que vivimos: la sociedad exige apertura, tolerancia y respeto, es la época que nos ha tocado vivir y hay que asumirla, ser firme en nuestros valores personales y respetuosos de todo lo que no entre en ese parámetro. Al mismo tiempo los taurinos estamos siendo ultrajados de manera atroz, por una minoría con aires de superioridad moral y una “sensibilidad y ceguera” que rayan en la estupidez.
Volviendo al toro, se me quedó grabado un comentario durante una de las entrevistas que he tenido la oportunidad de hacer con el matador Arturo Macías; tras una grave cornada en el cuello que recibió en la Feria de Aguascalientes, quedándose a terminar la faena y saliendo a su segundo toro, me dijo que le habían dicho si estaba loco, ¿qué es lo que estaba dispuesto a pagar por ser torero? Serio y con mirada de samurái, dijo: “Por el toro estoy dispuesto a pagar con mi vida”. No es palabrería, es la verdadera intención y vocación de los toreros.
Isaac Fonseca regresó a Las Ventas el domingo pasado. Estuvo entregado y valiente al nivel que asusta a los que no somos toreros. El público madrileño se entregó ante la desbordada y meditada actitud del moreliano. Esa es la esencia del toreo, la actitud que sostiene las palabras. La admiración de quien paga un boleto queda firme en la mente y en el corazón de quien observa a un torero oficiar ante un toro con la absoluta convicción de poner su vida de por medio.
La manera de estar en la plaza, de conectar con la gente y la verdad con la que lidia sus toros están ya por encima de la Puerta Grande. Cuántos cruces hacia la calle de Alcalá hemos visto sin sustancia alguna, por la mera suma de trofeos y a veces beneplácito presidencial.
Lo de Fonseca es distinto. La Puerta llegará porque los tiempos de los toros son así, inexplicables pero siempre justos. Lo que ha hecho Fonseca cada tarde que ha toreado en Madrid es la reivindicación a la libertad, al toreo y a la bravura. Vida por vida.
Orgullo absoluto por este joven que en menos de dos meses se convertirá en matador de toros con todos los honores; supongo y deseo en invierno vendrá a México a defender su Fiesta, alternando con las figuras nacionales y extranjeras. Respetando nuestro toro, compitiendo y llenando plazas de toros. Ganando dinero, que su sangre le ha costado.
Sólo espero que su apoderado no quiera utilizar nuestra Fiesta como moneda de cambio para su temporada europea, error que han cometido muchos y a quien perjudica es al torero.
Soñada sería su presentación en Morelia, su tierra, en la tradicional corrida del Día de Muertos. Con un cartel rematado, una seria corrida de toros de una ganadería en buen momento y un festejo que, de hacerse, nos hará a muchos meter kilómetros de carretera.