Lo absurdo
Nos ha tocado vivir en tiempos de lo absurdo. De la intolerancia y al mismo tiempo de la exigencia a tolerar el intento por imponer moral y pensamiento de unos pocos que no predican con el ejemplo.
La sociedad está alejada de la realidad, gran parte vive a través de una pantalla con la posibilidad de expresarse en 280 caracteres, que por cierto se expresa mal o pone en evidencia la torpeza mental con la que vive. Digitalmente se borran arrugas, lonjas y siempre se sonríe.
La vida cierra su ciclo con la muerte. La muerte es el fin de la vida. Las alegrías no lo serían si no conociéramos la tristeza. El éxito no sería tan dulce sin lo amargo del fracaso. El ser humano está en el planeta, no ha sido decisión nuestra, según la creencia de cada uno, desde Dios y a partir de ahí cualquier teoría es válida. Lo que no cambia es el resultado, el ser humano por su inteligencia y capacidad de razonamiento, (casi en todos los casos), domina el planeta y utiliza sus recursos, llámense animales, flora, fauna, agua, etc., para como especie vivir mejor.
Por esta razón, hemos definido claramente el tipo de relación que tenemos con cada animal, los de compañía (mascotas) que tristemente han venido sufriendo la humanización de su esencia, los de consumo y abasto, los de deporte y cultura, etc.
Ahora resulta que una minoría intenta imponer su criterio y “moral” a sus semejantes que viven y entienden la vida de manera distinta, que respetamos la opinión de los demás, por más encontrada que ésta sea. Me refiero a los antitaurinos, quienes pretenden imponer su visión sobre la tauromaquia a los que sí la conocemos, la entendemos y vivimos bajo los valores de esta cultura. En ese momento ya transgreden nuestro derecho y la cosa se pone ríspida.
No pretendo convertir a ningún antitaurino en aficionado. Ellos tienen todo el derecho de no ir a la plaza de toros. De no leer o ver en televisión nada que tenga que ver con el tema. Así como ellos tienen esa libertad, los taurinos tenemos el mismo derecho.
A la Plaza de Toros México, la han suspendido para dar festejos taurinos. ¿Así o más absurdo? En su nombre lleva la esencia de 76 años de actividad lícita, cultural y social de un México que se nos escapa entre las manos. Donde la muerte de nuestros semejantes nos parece cosa del diario, donde los feminicidios como en Nuevo León no son atendidos por su gobernador, cuyo mayor éxito es ser influencer, sin capacidad, experiencia o vocación alguna para ser un político serio y estar al frente de un estado próspero y trabajador. Así de absurdo es el tiempo que vivimos.
Regresando a la capital, Justicia Justa AC, sin mayor oficio ni beneficio para la sociedad, que atender intereses mezquinos con doble moral, comprobados con la publicación de una imagen de pesca deportiva, donde el abogado promotor de la suspensión aparece tras matar un pescado, ¿pretende prohibir la actividad taurina en la Plaza de Toros México y practica la pesca? No podemos seguir viviendo estos atropellos.
La esperanza es que el derecho a disfrutar de la tauromaquia está protegido en nuestra Constitución, con el derecho al acceso a la cultura, además de la libertad e igualdad de cada uno de los mexicanos y la libertad para ejercer nuestro trabajo. Esta actividad lícita, genera más de 80 mil empleos directos y más de 120 mil indirectos anualmente. Mueve casi 7 mil millones de pesos al año de los cuales se generan impuestos, economía y bienestar.
El juez Jonathan Bass Herrera tiene en sus manos respetar a México y su Constitución. Desconozco si está a favor o en contra de la tauromaquia, espero que esté a favor de la justicia, la libertad y el sentido común, así como del conocimiento de la historia de nuestro país desde su fundación hasta nuestros días, tiempo en el que la tauromaquia se ha arraigado en el sentir de millones de mexicanos de generación en generación.
Deberá tener en mente las 120 mil cabezas de ganado bravo que pastan en México sobre 170 mil hectáreas en perfecto equilibrio ecológico. Si de ambientalismo y ecología se trata, defendamos y protejamos la tauromaquia.