El nuevo San Isidro
La plaza es la misma, las fechas prácticamente las mismas, el maratón taurino que significan 29 festejos consecutivos, 174 animales lidiados entre toros y novillos del 8 de mayo al 5 de junio; este año del reencuentro ha sido muy bueno para el toreo en muchos aspectos.
La primera lectura positiva es que hubo presencia mexicana, poca si consideramos que hay 87 puestos y sólo cuatro fueron destinados a toreros mexicanos, dos novilleros Arturo Gilio e Isaac Fonseca y dos matadores Joselito Adame y Leo Valadez. El 2.77 % como expliqué en esta misma columna el pasado 22 de marzo. Quejas aparte, lo grandioso fue cómo estuvieron estos cuatro hombres. Han dejado muy claro, (cómo lo narré el pasado martes 24 de mayo en este espacio), que el toreo mexicano está sano, que contamos con grandes toreros en ambos escalafones y que los cuatro tuvieron actuaciones importantes y dieron un golpe en la mesa dentro del mundo del toro europeo. Tan es así que los cuatro tendrán actividad veraniega en ferias importantes; los novilleros vuelven a Madrid y los matadores pasarán por la festiva pero muy seria Pamplona.
Los cuatro firmaron con valor, entrega y sangre el defender su nombre y el de nuestra cultura, menospreciada por aquellos y no dada a respetar, muchas veces por nosotros mismos, dentro de la relación hispano-mexicana empresarial.
Gilio resultó herido en la pantorrilla, al rematar la faena el novillo le atravesó la pierna, intentó volver a la cara, tenía la oreja cortada de ejecutar una buena estocada, no fue posible pero la imagen de hombría y buen torero ha quedado tatuada en la mente de todos, aquí y allá.
Fonseca es un caso digno de estudiarse y aprenderse, él y su equipo se han trazado un plan y lo han venido ejecutando con resultados brillantes. Madrid se rindió ante la entrega, variedad y disposición del moreliano. Valor espartano a las órdenes del toreo. Una estocada le privó de abrir la Puerta Grande. A la semana cortó dos orejas en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, a ese nivel. Vuelve a Madrid, va a Santander entre otras plazas y el 12 de agosto en Dax, Francia se convertirá en matador de toros de manos de Manzanares y como testigo Roca Rey con toros de Núñez del Cuvillo.
Joselito Adame tiene 17 actuaciones en Las Ventas, 14 de ellas dentro de San Isidro y ha cortado cinco orejas. Muchas más que varios que torean año tras año. El 17 de mayo, Joselito estuvo firme, con la experiencia y seguridad de su tauromaquia consumada. Su segundo le pegó tremenda voltereta en el primer muletazo, espeluznante, terrible, dramática, violentísima. Con gallardía se fue al toro y cuajó emocionante faena, reventada por un sector nefasto del 7. Pero el mundo lo vio y lo admiró, salvo el chufla del presidente que negó una oreja quitando categoría a la plaza. Distensión de ligamentos del cuello, de la cual se recupera ya.
Valadez llegó en el mejor momento, cuajado, ve toro en todos lados, conoce la fiesta hispana y al toro. La espada le privó de tocar pelo, pero la exhibición remató a los nuestros y los elevó de nivel en la perspectiva no siempre justa de los de allende el mar.
Como cada año, hubo revelaciones y reafirmaciones. La primera Ángel Téllez y Tomás Rufo. La segunda “El Juli” estuvo fenomenal, catedrático y majestuoso. Morante en la corrida de Beneficencia explicó una vez más el toreo. Nos hizo viajar por el tiempo, detalles de otras épocas traídos al presente y el presente interpretado en el pasado. Un genio, valiente, rotundo, introspectivo y total.
Y la guinda, fue que los ultras del 7, que son pocos, callaron. No les quedó de otra. La plaza y el toreo se impusieron y Las Ventas recobró la grandeza e importancia que tiene haciendo a un lado la intransigencia de unos pocos muy ruidosos, que ven una realidad de tertulia de rancio bar.
11 llenos, un promedio de asistencia del 80%. La Fiesta está viva, la vida se da del público que se nutre del toreo y del toro.