Ricardo Monreal, la cuña
Por Francisco Ortiz Pinchetti
Tengo a Monreal Ávila, de 62 años de edad actualmente, como un político muy experimentado y particularmente hábil, audaz.
Ricardo Monreal Ávila nos puede dar una sorpresa. Marginado expresa y reiteradamente por Andrés Manuel de su adelantada sucesión, es hasta ahora el único de los aspirantes a la Presidencia de la República para 2024 que ha esbozado ya las líneas fundamentales de lo que sería su programa de gobierno.
Y es también el único de los precandidatos morenistas que ha sido capaz de cuestionar el procedimiento formal de elección del candidato oficial mediante encuestas y, lo más importante, el único que se ha atrevido a deslindarse del todo poderoso mandatario actual.
“Quiero ser el presidente de la Reconciliación Nacional”, postuló el día en que en la placita de toros del restaurante Arroyo, hace unos días, se lanzó al ruedo e hizo públicas sus aspiraciones.
Al presentarse en esa forma, se contrastó de manera contundente con su hasta ahora jefe y guía, aunque a la vez sin llegar a un rompimiento abierto, ni mucho menos: “No me voy a confrontar con el presidente López Obrador, nunca”, dijo prudente. “No me voy a pelear con la historia, no me voy a confrontar con la historia, pero voy a defender en lo que pienso y en lo que creo y vamos a ir hasta el final del camino, a recorrerlo, por el bien del país”.
Tengo a Monreal Ávila, de 62 años de edad actualmente, como un político muy experimentado y particularmente hábil, audaz. Es de los que no dan paso sin huarache. Y que es capaz de acoplarse a las circunstancias, así le sean más adversas para él en determinada coyuntura, sin mantener una congruencia. Lo conocí en 1998 cuando cubrí parte de su campaña como candidato del PRD a la gubernatura de su natal Zacatecas para el semanario Proceso. Venía también del PRI, como tantos otros de sus actuales correligionarios, y había sido dirigente estatal, senador de la República y dos veces diputado federal por ese partido.
Desde entonces he seguido su trayectoria política a través de la gubernatura zacatecana y diversos cargos en el poder legislativo, así como en la jefatura delegacional de Cuauhtémoc, en Ciudad de México, entre 2015 y 2018, ya como militante de Morena, partido en cuya formación jugó sin duda un papel crucial.
El actual líder de la bancada de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política en el Senado de la República, no se chupa el dedo. En ese mismo evento en que anunció abiertamente sus aspiraciones, advirtió por primera vez que no participará en el proceso de elección del candidato si se insiste en el método de encuestas… el cual ya fue oficializado por la dirigencia de la organización y cuenta con el visto bueno del propio Andrés Manuel.
Fue claro:
“Lo digo desde ahora, para que no haya dudas: si insisten en una encuesta elaborada, cantada, organizada por el partido, no tiene sentido participar, porque va a ganar quien quieren que gane”,
A diferencia de Marcelo Ebrard Casaubón, Claudia Sheinbaum Pardo y Adán Augusto López Hernández, las tres “corcholatas” oficiales, que han asumido una actitud de absoluta incondicionalidad cuando no abiertamente lisonjera hacia su patrón, a partir de ese su auto destape como precandidato no precandidato a la Presidencia para dentro de dos años, Monreal Ávila ha hecho por diferentes medios propuestas claras contenidas en lo que llama su Proyecto de Nación. Es el único.
El zacatecano destaca en su propuesta el punto de la reconciliación nacional, lo que lo pone de entrada como el antídoto mismo de López Obrador, que ha hecho de la confrontación y el encono entre los mexicanos el hilo fundamental de su gobierno, su estrategia política central.
Y propone seis ejes que llama “transversales”: política fiscal, medio ambiente, política exterior, perspectiva de género, política interna y rendición de cuentas. Destaca la de llevar adelante la reforma fiscal que el tabasqueño no se atrevió a emprender, y que puede ser el motor de un verdadero cambio estructural en nuestro país. Así la resume: se busca aumentar la progresividad del sistema recaudatorio, simplificarlo y asegurar que cada contribuyente pague lo que le corresponda, pero que también tengamos la certeza de cómo y en qué se están usando nuestras aportaciones.
En materia de política social, ofrece continuar con el combate a la pobreza y el mantenimiento de los programas sociales de López Obrador, aunque considera que es necesario reforzar con acciones como la instalación de un seguro de desempleo y la aplicación de un ingreso básico universal. Con esto, además, le arrebata a la oposición una posible bandera fundamental: la de la Renta Básica Universal manoseada por el candidato panista Ricardo Anaya en 2018 y luego absurdamente olvidada.
La tercera de sus propuestas prioritarias es la relativa al campo. Dice que su proyecto se nutre de las necesidades reales de las y los campesinos que, entre otras estrategias, demandan mayores apoyos para tecnificar sus tierras y un cambio legal profundo que ponga fin a los conflictos agrarios y demuestre que el campo es solución y no problema.
Una cosa, por lo pronto, es evidente: la decisión de Monreal Ávila de contender a por la Presidencia sin estar entre las “corcholatas” del Presidente y sin acatar las reglas de su partido que pretenden disimular el dedazo vil, le complica enormemente a Andrés Manuel la decisión final. Válgame.